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Alfredo Del Castillo

Desde mi banquillo

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Estaremos todos de acuerdo que un partido de futbol entre la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao es un encuentro especial, motivador, esperado y diferente. No solo para los jugadores, sino también para las dos aficiones. Los derbis son este tipo de partidos en losque se necesita atrevimiento y valentía para salir vencedor. Sin ir más lejos, el jugador boquerón Juanmi comentaba en una entrevista que los derbis se juegan para ganarlos y tiene toda la razón porque después de la mala temporada de los dos equipos, la competición les da la oportunidad de subir su autoestima que está muy a ras de suelo en las dos plantillas.

Ojeando en mis papeles futboleros veo que el ultimo derbi que ganó la Real en Anoeta fue en la temporada 13-14. Ya solo quedan de aquella plantilla Carlos Martínez, Prieto, Agirretxe, Markel Bergara que está en Getafe. Lo curioso es que todos están con maltitas lesiones. Al comenzar a rodar el balón vimos con sorpresa la puesta bajo palos de Moyá. Es decir, tres porteros distintos en cinco partidos Toño, Rulli y Moyá. La Real volvió otra vez a su sistema de juego habitual 1-4-1-4-1. Lo hizo con dos centrales más fuertes y rocosos, más Aritz de lateral que da más equilibrio y poderío en el juego aéreo. En el otro costado, se encontraba De la Bella, más fuerte en el aspecto defensivo. Por su parte, el Athletic, con Ziganda al frente, intentó ser potente en los dos costados y hacer un sistema 1-4-4-2 con un siempre protagonista en lo bueno y en lo malo. Raúl García que era la llave para  atacar como un punta más y defensivamente intentar taponar a Illarramendi. Pero este Athletic con San José, más Iturraspe en zona de canalización y organización, sufre mucho. Ni organiza ni crea ni canaliza ni llega al área rival.  

La Real, con mucho equilibrio, defensa ataque en zona de creación, tiene mucho mas juego combinativo y mucha más llegada y  pegada. Mucho más fútbol y si no es por el portero Kepa y por los postes el resultado de este primer tiempo pudo ser de escándalo. Porque a los goles de San José, en propia puerta, y al de Oyarzabal hay que sumar los paradones del portero de Ondarroa y los dos postes a remates de Aritz desviado por Kepa al larguero y el poste de Raúl Navas.

En el segundo acto viendo lo ocurrido esperábamos algún cambio en los leones, pero  su míster apostó por los mismos hombres. La Real, a lo suyo, siguió con el mismo guion, es decir, fuertes atrás y con una línea de tres centrocampistas que disfrutaban con el balón en los pies.  Además,  los dos de los costados aportaban superioridad y una calidad individual en cada balón que pasaba por sus botas brutal. Hay que reconocer que este equipo tiene tan buenos golpeadores a balón detenido que todo lo que abastecieron fue rematado con mucho peligro al arco de Kepa.  San José marcó, pero en propia puerta y dos veces. La victoria estaba casi hecha y a partir de este momento banderas, bufandas, oles, olas, y un público entregado saboreó el triunfo del equipo de sus amores. Pero este apático Athletic se encuentró con un penalti de Llorente con el brazo muy alzado y redujo distancias Raul Garcia.  A partir de ese momento todo se redujo a un quiero y no puedo del Athletic ante una Real que solo vivía de defender bien e intentar salir en alguna contra. Acabó el encuentro y se vivieron buenos momentos de la afición, buenos momentos de pelea y no tan buenos momentos en la expulsión de un acelerado Rubén Pardo. Pero amigos, los partidos jugados al límite tienen consecuencias y este fue un partido disputado al límite con un final feliz.

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Sobre el autor

Entrenador de fútbol y tinerfeño. Ha pasado por multitud de banquillos guipuzcoanos, entrenando a equipos como el Lagun Onak, Beasain o Real Unión, entre otros, antes de recalar en la Real Sociedad en 2001. En el club txuri urdin estuvo nueve temporadas en varias fuciones, como la de ayudante de Periko Alonso o de Gonzalo Arconada.


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