Alberto Moyano
No hay que subestimar el papel del accidente absurdo en la liquidación
de auténticas leyendas del rock & roll. Se anuncia ahora el
aplazamiento de los conciertos que los Rolling Stones tenían previsto
ofrecer en España como inicio de su gira veraniega por Europa. La causa
es la chufa que el guitarrista Keith Richards se arreó hace una semana
al caerse de un cocotero allá por las islas Fiji. Desplomado desde una
altura de cinco metros, el viejo Richards fue dado en un principio por
herido leve pero el persistente burukomina aconsejó efectuar nuevas
pruebas que acabaron por detectar un coágulo cerebral. Operado ayer con
éxito, el hombre se recupera aunque no lo suficientemente rápido como
para evitar el aplazamiento de los conciertos.
Ahora se anuncia que el viejo Keith estuvo a punto de morir a
consecuencia de las lesiones y la gente reacciona: ¡Qué barbaridad!
¡Después de todo lo que se ha metido en el cuerpo este hombre y ahora
casi se muere de una forma tan tonta! ¡Lo que es la vida y no sé
qué!
Pero por muchas vidas que tenga este gato, no hay que confiarse porque
hay precedentes. Por un lado, hace unos pocos años, los conciertos
–también europeos– de los Rolling también fueron aplazados y también
por una caída y también de Keith Richards. En aquella ocasión, la
versión oficial informó de que la caída se produjo cuando el ‘rolling’
se precipitó desde la altas estanterías de su bibllioteca. Qué hacía
allí arriba es un misterio comparable a qué hacía en la copa del
cocotero.
Por otra parte, recordemos a Nico, musa de la primera Velvet
Underground y con una dilatada vida en el filo. Con leyenda y todo, la
mujer se mató en accidente en Ibiza. En concreto, se cayó de la bici.
Hubo quién culpó al achacoso sistema sanitario spanish.