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Alberto Moyano

El jukebox

Con licencia para inyectar

Alberto Moyano

Pasa por Bilbao, igual que antes lo hizo por San Sebastián, el ¿doctor?
Christian Chams. En la fotografía que acompaña sus anuncios, el hombre
aparece con los brazos cruzados sobre el pecho, igual que en la pose
standard de James Bond, pero así como el agente empuña una pistola,
éste esgrime una jeringuilla. A 1.000 euros la sesión, Chams te chuta
un misterioso coctail vitamínico que, no se sabe muy cómo ni por qué,
te deja la piel facial tersa como un tambor africano. Dicen que por sus
agujas han pasado Sharon Stone –¿no era la prueba viviente de que se
puede estar estupenda a los 48 años?–, Rania de Jordania –¿tan
jovencita, sin nada que hacer en todo el día y ya con ayudas?– y Camila
Parker –que debe ser a los cócteles vitamínicos lo que la criptonita a
Superman–.
En una entrevista que hoy publica El Correo, Chams se compara con Arzak
y confirma que está pirado. Fue un niño enamorado de su madre, al
parecer, una perturbada facial obsesionada con la arruga y que acumuló
63 espejos en casa. La mujer atormentaba al pequeño Chams mostrándole
sus arrugas y le indujo a estudiar medicina estética y dermatología.
Así, Chams dice que se convirtió en el hijo favorito de su madre porque
«la traté y la dejé mucho más bella».
La historia, tal cual, obliga a revisar de arriba abajo la noción de
«profesor chiflado» y ahonda aún más en el misterio de quienes ponen su
cuerpo en manos de un tipo al que, en rigor, no le dejarías hacerte ni
las uñas.


mayo 2006
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