Alberto Moyano
Al igual que en la novela ‘Plataforma’ de Michel Houellebeq, una bomba
ha puesto fin al viaje, en este caso, a Yemen. Resulta difícil
especular sobre las motivaciones de quienes actúan bajo la certeza de
ser el instrumento de un dios ofendido, pero la pregunta resulta
ineludible: ¿Qué quiere Al-Qaida?
El turismo resquebraja el aislamiento de los regímenes políticos de
cadena y candado, y eso siempre levanta ampollas, pero también es
cierto que ayuda a romper con los tópicos que rodean a estos países.
¿Qué sabemos de Yemen? Poca cosa: que «todo el mundo va armado», que
ofrece paisajes únicos bajo un clima sofocante y que una mujer de
Errenteria tuvo que viajar al país hace unos años para recuperar a su
hijo de manos de una tribu.
Ahora, el atentado reforzará los peores clichés que reducen los países
árabes a una pasta homogénea etiquetada como «tierras de salvajes» y de
nada servirá recordar que son miles los turistas que durante años han
pasado por allí sin mayores percances o que también en Donostia, por
poner un ejemplo, la bomba se ha cobrado la vida de algún turista.
Mientras tanto, seguiremos sometidos a la dieta más adelgazante,
consistente en la ingesta de miedo para desayunar, miedo para comer y
miedo para cenar.
Dicen que el Ministerio de Asuntos Exteriores desaconseja el viaje a
Yemen por el riesgo de atentados terroristas. Pues qué dirá de Londres.