Las elecciones generales celebradas ayer suponen un capítulo más en el catálogo de recortes que nos vienen impuestos desde Europa al decretar el fin de las entrañables dos Españas, un despilfarro reducido ahora a una España y pico con algo de calderilla suelta.

Si hace tres años Estados Unidos elegía a su primer presidente algo negro, España se hacía ayer con su primer presidente de raza completamente gris, excepción hecha de Leopoldo Calvo Sotelo, más bien traslúcido y que de cualquier forma no tuvo que enfrentarsea la utopía de ganar unos comicios. Rajoy lo ha hecho después de fulminar a Mayor Oreja, Rodrigo Rato, Ruiz-Gallardón, Esperanza Aguirre, la TDT party y Pedro J. Ramírez.

Su procedimiento ha sido no decir nada para, a continuación, hacer exactamente lo contrario. Así, cuando ahora se apresura a proclamar que cuenta con todos para acometer la difícil tarea de Gobierno, cabe leer sus palabras en clave Camps, ‘querido Paco’, a quien juró ubicua lealtad justo antes de ayudarle a caer en ese vacío en el que aún está empadronado el ex presidente valenciano.

La proeza ‘mariana’ ha sido mérito exclusivo de un PSOE que ha reducido la izquierda española a un artículo de lujo que la ciudadanía sólo puede permitirse en épocas de bonanza económica ya que bajo la descarnada lucidez que otorga el prisma de la crisis, su gobernanza se percibe como un derroche intolerable.

A sus espaldas deja tierra quemada, pasto de una mezcla de insolvencia y claudicación que recordarán los tiempos. Anecdótico, sirva como ejemplo el estado en el que ha quedado incluso el CIS, a día de hoy, una suerte de bruja Lola digna de anunciarse en las pausas publicitarias de ‘La Noria’. En cuanto a los empeñados en rescatar del naufragio el indiscutible legado de ZP en materia de derechos individuales, recordarles que éstos jamás constituyeron materia de desvelo en España, tal y como se encargará de demostrar su carácter perfectamente reversible.

En lo que respecta al País Vasco, de entre todas las lecturas posible emerge la constatación de que su actual Parlamento se asemeja cada vez más a un álbum de bodas que ha prescindido de las fotos de los novios. En nuestro estreno electoral sin la amenaza de la violencia -más allá de las lesiones sufridas por Gorka Maneiro-, queda para los historiadores del futuro la tarea de dilucidar si las de ayer fueron las primeras elecciones sin ETA o las elecciones en las que ETA quedó primera. Por otra parte, qué hará Amaiur -un conglomerado en el que se dan cita el ‘Eusko Gudariak’ y ‘Camino’- con tanto diputado en Madrid es materia para la medicina moderna. Sea como sea, dios salve a Brian Currin.

En resumen, que quién empezó su precampaña al grito de ‘Sin ti no soy nada’, la ha concluido asumiendo que, en efecto, ‘no soy nada’ y que quien se ha destacado por su insistencia en no hacer nada ha prometido ponerse desde ya mismo manos a la obra, en su caso, la derecha sobre la izquierda, ambas sobre el regazo. Ahora queda por contar el voto por correo que, hoy mismo a más tardar, los mercados nos remitirán desde sus segundas residencias en el extranjero.