No debe ser nada fácil ser Supermán, echarle un pulso a Dios, ganarle y que todo siga igual que antes.
Danny Lee Harris fue un atleta estadounidense que nació el 7 de septiembre de 1965 en Torrance, en el estado de California. Creció en Perris (California) al cuidado de su abuela, pues su padre murió cuando Danny tenía tres años y su madre cuando tenía catorce. Su sueño era jugar en la NFL (Liga de Fútbol Profesional) y se marchó al estado de Iowa para compaginar el Fútbol americano con el Atletismo.
En la primavera de 1984 se adaptó bien a las vallas de 0’91 m. de altura y en su tercera carrera batió el récord mundial júnior de los 400 metros vallas con 49”55, marca que fue mejorando con 49”44, 49”16, 48”81 y 48”02, registro este último que sigue en lo más alto de las listas mundiales júnior. Sin haber cumplido los 19 años,
quedó segundo en los 400 metros vallas de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles con una marca de 48”18, detrás del “invencible” Edwin Moses (47”75) pero ganando al alemán federal Harald Schmid (48”19), último hombre que había ganado a Moses siete años atrás. En aquel año 84, Danny Harris sólo perdió dos carreras: la de las pruebas de selección americanas y la final de los Juegos Olímpicos.
Era evidente que el mundo del Atletismo estaba ante la figura del atleta que podía poner fin a la enorme racha de imbatibilidad que Edwin Moses había encadenado desde aquella derrota de 1977, y que ya superaba con creces las 100 carreras consecutivas. La revista “Atletismo Español” puso en su portada del Nº 382 de “JUNIO 1987” una fotografía de Edwin Moses y un titular que en aquel momento producía escalofríos:
“MOSES PUEDE PERDER”. El Nº 383 de la misma revista, junto a una fotografía de un duelo en Sevilla entre Ben Johnson y Carl Lewis, una foto frontal de Danny Harris y Edwin Moses, con una sonrisa en la cara de uno de ellos que delataba quién había entrado antes en la meta, y un titular que daba por buena la hipótesis de la revista precedente:
“MOSES PERDIÓ”.
Transcribo las palabras que Carlos Toro, al estilo de Jorge Luis Borges en su relato “El Sur”, escribió en su artículo de aquel “Atletismo Español”:
“Antes de la prueba flotaba en el ambiente una sensación próxima al presagio. Los dos rivales la acusaban en sus nervios tirantes. Moses y Harris habían medido sus fuerzas por última vez en la Olimpiada de Los Ángeles. Desde entonces, el recordman mundial no había mejorado sus marcas. Su delfín, sí. Esa circunstancia aproximaba a ambos y adoptaba, en el caso de Harris, el aire de una persecución invisible. En el fondo Moses, corría para defenderse.
Los dorsales sugerían una premonición. Harris portaba el 80; Moses, el 81. La carrera respondió a la expectación despertada. Lo tuvo todo: un tono de duelo clásico, exclusivo; un marco apasionado; una emoción agónica y dos registros de lujo.
Danny Harris partió con ferocidad. En él explotaban la impetuosidad, la impaciencia y la ambición. Edwin Moses lo hizo con su majestuosidad inalterable, con esas trece zancadas legendarias entre valla y valla. Dice que corrió mal técnicamente desde el principio. Tal vez sólo lo notó él. Los demás estábamos fascinados por esos dos dardos oscuros. Nadie más contaba. Nadie más existía.
Harris tenía a su ídolo como referencia. A mitad de la prueba lo había alcanzado. A partir de ahí el ángel de la victoria se mostró indeciso. El último obstáculo resultó decisivo para la suerte de la pugna. Moses -¿por primera vez?- tropezó en él. Se descontroló casi imperceptiblemente, acaso lo justo para que el ángel se decidiera. Con un postrer impulso lleno de potencia, Danny Harris lograba la hazaña: 47”56 para el alumno aventajado; 47”69 para el maestro.”
Una racha de 122 victorias consecutivas a lo largo de nueve años, nueve meses y nueve días (cifras que se repitieron hasta la saciedad) tuvo su punto y final. Danny Harris había sido el verdugo. Pero estábamos en 1987 y ese año había cita importante: los Campeonatos del Mundo en Roma. La cita era con la Historia. Moses había vencido a Harris en las pruebas de selección, pero todos son “campeonatos menores” comparados con los Juegos Olímpicos o con aquellos primeros Mundiales cuatrienales.
La final de aquellos 400 metros vallas de Roma’87 es otro de esos momentos mágicos que guardo en la retina y más adentro. Al duelo Moses vs. Harris se unió de nuevo Harald Schmid, que ya ha sido mencionado como medallista de bronce en LA’84 y como el último que había vencido a Moses en 1977. Pocas carreras se han visto con un final tan cerrado y emocionante. La ventaja que Moses había conseguido hasta la
última valla quedó reducida a milímetros en los últimos alientos. Dos centésimas de segundo, dos, separaron a los tres corredores. Nadie supo hasta el veredicto oficial quién había cruzado en primera posición aquella línea de meta. Finalmente se supo: 1º Moses 47”46; 2º Harris 47”48; 3º Schmid 47”48.
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Pero la historia de Danny Harris se torció. En las pruebas de clasificación para los Juegos de Seúl’88 quedó quinto en la final pese a hacer un registro de 47”76 (¡¡¡¡5º CON 47”76!!!!), por lo que no fue seleccionado. Al parecer, esta decepción fue el motivo por el que empezó a caer en el consumo de cocaína. En 1989 fue el cuarto del ranking mundial con 48”27.
En 1990 reapareció un Danny Harris recuperado. Participó en San Sebastián en el II Meeting Internacional de Pista Cubierta (¡lo que disfrutamos aquellos años!) y ganó en los
400 metros lisos con una marca de 45”89 a Cayetano Cornet, 46”06 (Récord de España que duró hasta 2005) y al campeón olímpico de la distancia Steve Lewis, 46”17. En la vuelta de honor subió el peralte de ciclismo y en vez de lanzar el ramo a la grada se acercó a mi madre y le regaló las flores, así que el gran Danny Harris tuvo su pequeño momento de gloria familiar añadido. Volviendo al aire libre y a lo serio, Harris corrió su prueba en 47”49 quedándose a una sola centésima de su marca personal. También mejoró un récord de Moses al ser el primer atleta que ha bajado ocho veces de 48 segundos en una temporada. Este nuevo paso firme duró hasta 1991, pero en los Campeonatos Mundiales de aquel año, en Tokio, Harris ya no daba más de sí. Quedó 5º con una marca de 48”46 en una carrera dominada por Samuel Matete en 47”64.
No participó en los Trials de 1992. En el Campeonato Nacional indoor sus problemas con la cocaína se hicieron patentes y dio positivo. La norma de entonces le castigó con cuatro años de sanción. Se alzaron algunas voces: Danny Harris merecía su sanción pero lo que necesitaba era ayuda. Lamentablemente, para qué ayudar a la persona si es más fácil limitarse a sancionar al atleta. Al principio pensó en apelar la decisión pero su entrenador Bob Kersee lo persuadió para que entrase en un programa de rehabilitación. Harris perdió su casa y sus contratos publicitarios.
En 1994, Harris solicitó a la Federación norteamericana su recalificación alegando que había completado su rehabilitación con éxito, y la USAFT se la concedió por lo que pudo volver a correr. Sin estar todavía a punto, quedó séptimo en su semifinal de los campeonatos nacionales con 51”69, pero se vino a competir a Europa y demostró quién había sido con un registro de 48”18 hechos en Lausana. Sin embargo la IAAF, en su celo de ser el organismo que debía levantar o no la sanción a Harris impidió que siguiera compitiendo. La USAFT y el entrenador de Harris movieron los hilos necesarios para que la sanción quedara definitivamente levantada a tiempo de correr la temporada de 1995.
Como el año anterior, en 1995 no consiguió llegar a la final del campeonato de los Estados Unidos, pero en Europa bajó cuatro veces del muro de los 48 segundos. Ganó tres veces al campeón mundial Derrick Adkins y consiguió un valioso registro de 47”56, el mismo que le había dado la victoria sobre Edwin Moses siete años antes. En 1996, la preparación de cara a los Juegos de Atlanta parecía bien encaminada pero un
nuevo positivo por cocaína acabó para siempre con la carrera deportiva de Danny Harris. Un triste final, que aún se complica al saber que en 2004 fue acusado del secuestro y robo de una mujer de 75 años. Tras ser identificado en una rueda de reconocimiento fue encarcelado y se le puso una fianza de 1’4 millones de dólares. Finalmente, las pruebas de ADN inculparon a un tal Alonzo Taylor, y aunque se buscaron posibles conexiones entre ambos, tras otra ronda de identificación fue puesto en libertad después de haber permanecido dos meses en la cárcel.
Como no quiero que mi semblante termine así, dejo para el final mis fotografías autografiadas por Danny Harris (
aquí y
aquí). Un día para la Historia del Atletismo: 4 de junio de 1987; el dios Edwin Moses pierde su primera carrera en diez años a manos del supermán Danny Harris en el estadio Vallehermoso de Madrid.
Yo lo vi en la televisión. Qué tiempos. Qué época. Cuántos recuerdos.