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Mitxel Ezquiaga

¡Ke paren la rotativa!

El escaño de Odón (¿sabe ya Elorza qué quiere ser de mayor?)

Vino a los Keridos Monstruos de la teletxikita y arrasó en nuestros audímetros caseros y modestos como si fuera uno de esos realitys donde los concursantes enseñan el culo. “El personaje Odón Elorza sigue teniendo tirón… aunque solo sea para llevarle la contraria”, me decía el día siguiente del programa uno de sus más veteranos adversarios políticos.

Los donostiarras hemos vivido veinte años con Elorza sentado en el principal despacho de Alderdi Eder y aún padecemos las secuelas del «fin de la convivencia». Aunque desde hace tres años haya otro hombre en ese despacho.

Pero no solo los donostiarras: también el propio Odón Elorza vive aun la aclimatación al día después. Cuando supo que había perdido las elecciones, hace tres años, se exilió una semana con su mujer en un recóndito pueblo asturiano sin cobertura. Ahí empezó una digestión que ya parece resuelta. Y adelanta que ni se le pasa por la cabeza presentarse otra vez a la alcaldía.  “Es una etapa cerrada”.

Elorza admite hoy que “los ciudadanos me echaron, quizás por hartazgo o quizas porque daban por hecha mi reelección y se quedaron en casa”. Pero como diputado en el Congreso no acaba de encontrar su sitio. «Me tienen en la última fila detrás de una columna», bromea. El ex alcalde siempre ha ido por libre en su partido y en el convulso PSOE de hoy apostó en primarias por el ‘outsider’, el candidato de Izquierda Socialista. Así no hay futuro.

Odón Elorza pasa media semana en Donostia y la otra media en Madrid, sigue escribiendo mucho, consume casi todo el cine que se estrena, pedalea por el bidegorri y disfruta las terrazas de la ciudad con su recuperada libertad. Porque sus veinte años de alcalde los vivió protegido bajo la amenaza de la violencia. El momento más emocionante de la entrevista fue cuando recordó a tantas víctimas del terror en la Donostia hoy gobernada, entre otros, por algunos que nunca dijeron que les pareciera mal que mataran a su vecino de portal.

En fin. Resultó entrañable su mención de Patxi Beloqui, el concejal de Tráfico que fue criticado hasta la extenuación y cuyas propuestas, quizás demasiado adelantadas a su tiempo, derivaron en la ciudad semipeatonal que gozamos hoy.

Elorza dice enigmáticamente que está escribiendo muchos recuerdos, «de gestión política y también personales», de sus años de alcalde. ¿Son unas memorias? «De momento escribo», responde con cara de póker.

No sabe cuál será su futuro político, pero se confiesa más cercano a su sueño juvenil de ser «algo parecido a un periodista», aunque ahora ya «por libre, sin director y a mi manera». Un sueño que hace cuarenta años se vio frustrado «cuando los profesores del Opus no me admitieron para estudiar Periodismo en la Universidad de Navarra».

 

 

La vida, nada más

Sobre el autor

Curioso. Periodista de El Diario Vasco. Presento 'Keridos Monstruos' en Teledonosti. Ñoñostiarra, ma non troppo: hay vida más allá de la barandilla. O así


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