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Mitxel Ezquiaga

¡Ke paren la rotativa!

Yo también odio los 'top' del año: si no te gusta éste, tengo otros

Nada más odioso que una lista con lo mejor del año. Pero nada más socorrido. Traigo una lista: personal, caprichosa e intransferible. Y parafraseando a Groucho Marx podría añadir que «ésta es mi lista; si no le gusta, tengo otras». Vamos allá.

 

1. Una película ‘Boyhood’, ocho apellidos universales: la vida sin más

Ha sido el año en que nos reímos con ‘Ocho apellidos vascos’ (esa película que critican, sobre todo, quienes no la han visto), nos emocionamos con ‘Loreak’, recordamos con ‘Lasa y Zabala’ y quedamos boquiabiertos ante el genio de ‘Relatos Salvajes’. Pero sobre todo ha sido el año de encontrar la vida en pantalla de la mano de ‘Boyhood’.

¡Qué maravilla de película! Lo de menos es que se filmara a lo largo de doce años: lo que importa es que cuenta la vida con minúsculas, sin estridencias, con la humilde perspectiva de la naturalidad. ‘Boyhood’: la vida, nada más. Y nada menos. Cine de afectos especiales: resulta que la película del año era ‘Ocho apellidos… universales’.

 

2. Un libro. ‘El impostor’: mentir para llegar a la verdad

Murió García Márquez, leímos lo nuevo de Murakami, y de Javier Marías, y de Lorenzo Silva, aplaudimos el éxito de Dolores Redondo, siguieron los ecos del ‘Martutene’ de Saizarbitoria y del ‘Cómo pudo pasarnos esto’ de Idoia Estornés, pero hay un libro que perdura en mi memoria semanas después de leerlo: ‘El impostor’, de Javier Cercas.

Esa historia sobre Enric Marco, el hombre que se hizo pasar por víctima de los campos de concentración nazis, sin serlo, habla más del propio Cercas que del supuesto impostor. Su lectura resulta a veces irritante y en ocasiones deslumbrante, pero más allá de las polémicas el libro resuena en tu cabeza tiempo después de leerlo. Vivir es una forma de impostura, mentira y verdad son dos casas de una misma moneda.

 

3. Un viaje. Japón, Japón.
En primavera me fugué a Japón. Había hecho un pacto conmigo mismo: antes de que terminara el año de mis 50 debía visitar eso que los cursis llaman ‘el país del sol naciente’. Y la experiencia superó las expectativas: es «el viaje». Me gustó Kioto, reserva espiritual, pero me apasionó Tokio, la ciudad donde caben las esencias y las tendencias. Cuando volví a casa guardé en unas carpetas mis recuerdos del viaje. Y las carpetas siguen, meses después, sin abrir: aún no he digerido la excursión. Necesito más tiempo… o volver.

 

 

4. Un restaurante. Cómo ser feliz en Rekondo


Arzak ha celebrado 25 años con tres estrellas Michelin, Elkano logró su primera estrella (el Kaia, ahí al lado, en Getaria, también la merece) y no me canso de regresar al imprescindible Frontón de Roberto Ruiz en Tolosa. Pero 2014 ha sido el año de Rekondo. El restaurante de Igeldo ha cumplido 50 años de la mejor manera: cargado de experiencia como un maduro, lleno de entusiasmo como un joven. Txomin Rekondo y su hija Lourdes gobiernan con inteligencia un restaurante que evoca directamente la felicidad, y más en los meses de verano, cuando su terraza se convierte en el lugar donde uno se quedaría a vivir.

 

5. Un pintxo. Las anchoas del Txepetxa


La Bodega Donostiarra de Gros sigue tan brillante como exitosa, y ahí radica su ‘pega’: ¡siempre está lleno! En Bokado San Telmo me siento tan cómodo que prefiero no nombrarlo, para evitar que me quiten el sitio… Pero el 2014 ha sido mi reencuentro con las anchoas del Txepetxa, ese clásico de la Parte Vieja. Sigue siendo lo que fue: ¿hace falta añadir algo más?

 

6. Una copa. Noches de invierno en el Resaca

Ya casi no bebo: vivo para andar. Mi resumen del año podrían ser los paseos mañaneros dados en lugares dispares a lo largo de los últimos doce meses. Pero hay un trago nocturno que cada semana sabe a gloria: la copa post-Keridos Monstruos, en adorable compañía, en el Resaca de Miraconcha de Iñaki Guetaria. Antes bebía gin-tonic: ahora, un champán o una cerveza. El Resaca sigue siendo el paraíso viscontiano para las noches laborables del invierno.

 

7. Una exposición. Esas fotos de Catalá-Roca

He disfrutado de exposiciones pequeñas, como la del Museo Naval dedicada al reflejo de la costa guipuzcoana en el arte; de muestras grandes, como la gran retrospectiva de Chillida en la Sala Kubo, y de experimentos juguetones, como la de moda y ‘frivolité’ en San Telmo (¡con qué talento suple ese museo con imaginación la falta de presupuesto!). Pero la exposición donde muchos gozamos realmente fue la de viejas fotografías de Catalá-Roca en el Kursaal. La vida en blanco y negro y colgada en la pared. Un lujo.

 

8. Un festival. Larga vida a la Quincena

El Jazzaldia fue nuevamente luminoso y el Zinemaldia sigue siendo el ‘top’ de nuestra cultura. Y la Quincena Musical cumplió este año su 75 aniversario y salió redonda. Como Tribulete me tocó investigar su pasado y presente, una historia que ha colocado a la Quincena entre los grandes. Que los recortes y torpeza institucional no priven al festival de su futuro. ¿Hay que reivindicar otra vez el poderío de la Quincena?

 

9. Un personaje: Nestor, ese joven de 90 años

Era una de las personas más jóvenes que he conocido. Tenía la mirada curiosa de un crío y la retranca irónica de un viejo. Falleció en julio sin hacer ruido, rodeado de su familia, en la casa que había convertido en su museo vital. Nestor Basterretxea fue un incansable creador, pero sobre todo un hombre de acción, un personaje que podría haber sido creado por Pío Baroja. Goian bego!

 

 

 

y 10.  Una foto. Sí, sales tú. Todos somos ese padre, todos somos ese hijo. Habrá fotos mejores o más importantes, pero quienes vimos esta imagen de Reuters una tarde de marzo supimos enseguida que era la foto del año… y hasta de nuestras vidas. El periodista Javier Espinosa había estado 200 días secuestrado en Siria y volvía a casa. Su hijo saltó los protocolos del aeropuerto de Torrejón y corrió al encuentro. ¡Ese abrazo! El mundo se divide entre quienes se identifican con el padre y quienes lo hacen con el hijo. ¿Puede alguien quedar indiferente?

 

(Pues eso: feliz año. Se admiten críticas, apoyos, enmiendas, mejoras e insultos en este mail: mezquiaga@diariovasco.com)

 

La vida, nada más

Sobre el autor

Curioso. Periodista de El Diario Vasco. Presento 'Keridos Monstruos' en Teledonosti. Ñoñostiarra, ma non troppo: hay vida más allá de la barandilla. O así


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