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Mitxel Ezquiaga

¡Ke paren la rotativa!

¿Has suspendido? Mira a Martín Berasategui: vuelve como distinguido al lugar donde suspendió todo

 

¿Afronta tu hijo o hija el verano cargado de suspensos? ¿Tienes tu expediente académico en números rojos? Pues leed la parábola de Martín Berasategui: el joven cocinero suspendió todas las asignaturas a su paso por Lecaroz y ahora le invitan a lo que fue su internado como alumno distinguido. Es una historia que sirve de consuelo para gente en apuros: el otro día me la volvió a contar mientras paseábamos por La Concha en madrugadora caminata. Allá va.

Berasategui tenía 14 años y era mal estudiante. Había pasado, con poco éxito, por colegios como Mundaiz. Así que su familia le envió a Lecaroz. El mítico internado del norte de Navarra acogía tanto a prometedores jóvenes (como un Pedro Miguel Etxenike que ya apuntaba maneras) como a ‘rebotados’ de otros centros.

Martín pasó un año en el internado. «Suspendí las diez asignaturas», confiesa ahora. «Algunas, porque era un desastre. Otras, como francés, las podía haber aprobado, pero mi interés era suspenderlas todas. Había pactado con mis padres que si iba mal en los estudios podría dedicarme al fin a lo que quería: la cocina».

Durante el curso Berasategui tuvo que disimular. Con la complicidad del portero de su casa familiar en Donostia ‘interceptaban’ las cartas que llegaban del internado: fue el tiempo en que Martín aprendió a falsificar la firma de su padre para fingir que éste daba ‘acuse de recibo’ a las notas (o sea, los suspensos) que llegaban desde Lecaroz. Es otra de las partes hermosas de la historia: aquella firma del padre que Berasategui copiaba es hoy la firma ‘oficial’ del cocinero. Está en las fachadas de sus restaurantes y en sus cartas, como un último homenaje del chef a su aita.

Llegó el final de curso, se destapó el desastre escolar de Martín y éste logró lo que quería: trabajar en la cocina del bodegón familiar. Era septiembre de 1975 y tenía 15 años. Poco tiempo después llegaría el momento en que Berasategui dijo a su madre y a su tía que ya era para ellas hora de descansar y él asumió las riendas del Alejandro… hasta ser el rey de la Michelin y el cocinero top que es hoy.

Los exalumnos del desaparecido Lecaroz montaron hace un par de semanas un acto para conmemorar los 105 años de la Asociación. Se acercaron a los restos del internado que ya no existe algunos ilustres antiguos estudiantes: el propio Etxenike, el obispo Izeta, el periodista Fermín Goñi… y Berasategui, el estudiante que había suspendido todas.

¿Moraleja?, pregunto a Martín al terminar el paseo mañanero. «Que es muy importante estudiar y que me hubiera encantado ser mejor alumno», responde. «Pero que también hay otras formas de salir adelante en la vida, y que no hay que hacer dramas a cuenta de los suspensos», reflexiona en voz alta. «Mi sueño era ser cocinero y lo conseguí. Y encima he logrado cosas que nunca hubiera soñado». Es la parábola de Martín, quizás no edificante pero seguro que útil en fechas como éstas: una excusa para alumnos suspendidos, un consuelo para padres enfadados.

(en la foto, el Martín de sus principios como cocinero, en el Bodegón Alejandro)

 

 

La vida, nada más

Sobre el autor

Curioso. Periodista de El Diario Vasco. Presento 'Keridos Monstruos' en Teledonosti. Ñoñostiarra, ma non troppo: hay vida más allá de la barandilla. O así


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