>

Blogs

Borja de Miguel

Marsella-Provenza 2013

Christine Breton: “La modernidad de Marsella hoy está en los barrios norte”

Quartiers Créatifs (barrios creativos) es uno de los proyectos clave de Marsella-Provenza 2013. Su objetivo es la producción de objetos y acciones culturales compartida con los habitantes de las áreas de la capital en proceso de renovación urbana, entre otros los llamados ‘barrios norte’. Estas zonas son en su mayoría espacios periféricos deprimidos económicamente -con altas tasas de paro y cierto abandono de infraestructuras culturales y de transporte- donde históricamente se han emplazado las poblaciones inmigrantes. Respaldados por la Capitalidad Cultural Europea, a ellos han llegado en los últimos meses artistas locales y foráneos con ideas que van desde la realización de ‘performances’ hasta la construcción de jardines o belvederes que pretenden dar un nuevo aire a estos lugares históricamente olvidados. Los que han desembarcado en los barrios 15º y 16º cuentan con Christine Breton, una antigua conservadora de patrimonio que trabaja en ellos desde 1996 y que se ha convertido en una figura esencial tanto para sus habitantes como para los actores culturales e instituciones locales. Pocas personas en el complejo entramado socio-político de Marsella han conseguido ganarse, como ella, la confianza de unos y otros sectores.
 
Christine Breton
 
¿Hasta qué punto usted forma parte de MP2013?
Yo no soy parte de Quartiers Créatifs pero, como conozco el terreno y la historia, a veces me piden que colabore. A veces tengo la sensación de hacer de traductora o de ‘fijador’ –la persona local que ayuda a los periodistas extranjeros a moverse en zonas complicadas, especialmente en guerra-. Por otro lado, yo participo en dos proyectos labelizados MP2013, que son el GR 2013 –360 kilómetros recorridos en relevos en un fin de semana y numerosos paseos acompañados por artistas locales que repasan el patrimonio cultural de la región- y el Hôtel du Nord –una iniciativa que abre las casas de los vecinos para albergar a turistas y curiosos-.
 
¿Le parecen positivas las propuestas de Marsella para este año en estos barrios?
La cuestión no es así: nosotros no esperamos a MP2013 sino que les hacemos proposiciones. Nosotros no realizamos más que nuestro trabajo, MP2013 es un socio para nosotros. Aprecio que haya confiado en nosotros y que sin conocernos nos haya apoyado financieramente durante cuatro años, pero luego ellos desaparecen y nosotros continuamos. Para nosotros, el reto es enero de 2014. Tras el paso de esa enorme máquina que es la Capital Europea de la Cultura hay que seguir vivo.
 
Su proyecto viene de largo pero algunos proyectos de Quartiers Créatifs pasarán y desaparecerán. ¿Qué opina la gente del barrio de lo que están haciendo aquí los artistas? ¿Hay buena conexión entre unos y otros?
No es una cuestión de conexión, es más fuerte: son los habitantes quienes les reciben en sus casas y les llevan a conocer el barrio. Y no se cuestionan si sus proyectos son buenos o no. No se les juzga, no somos responsables del arte contemporáneo ni jefes de galería ni comisarios de exposición. Los artistas no vienen aquí a hacer un trabajo social, sino que compartimos. Ellos viven con nosotros, simplemente. Después ya veremos qué sale, aunque a veces hacemos críticas y planificamos juntos. Estamos siempre en el diálogo y la hospitalidad. Y creo que así es más justo porque si no el artista se convierte en el ‘Jesucristo que llega’, y no funciona así. Un artista es usted, soy yo, es la señora que vive aquí y limpia su casa… No esperamos nada de ellos, convivimos.
 
Una buena simbiosis…
Nuestra vida cambia y la vida de los artistas cambia. Por eso es importante el concepto de ‘habitación’ y de ‘paseo’, porque trabajamos de corazón a corazón. No estamos en el ‘metro cuadrado de exposición’ ni en la economía o el consumo cultural. La cuestión del público no nos la planteamos. No hay una diferencia entre creador y público, estamos continuamente trabajando, aunque después quizás vayamos a un museo. Lo que importa hoy es pensar en red, en procesos a largo plazo.
 
¿De dónde sale usted? ¿Cómo llega a los barrios norte de Marsella?
Yo soy una ‘pied-noir’ de Kouba, en el extrarradio de Argel. Como todo el mundo, en 1962 vine a Francia. Hice mis estudios superiores de Historia y Arte Contemporáneo en Grenoble, trabajé en el Museo de Bellas Artes y lo dejé en 1983 porque me di cuenta de que los nuevos creadores no podían trabajar en espacios como aquél. Los museos no son más que un conjunto de limitaciones, sobre todo para quienes hacen instalaciones o land-art, y además en ese momento los artistas comenzaban a trabajar en las ciudades ocupando el espacio social, y había que seguir esa tendencia también. En 1987, a la muerte de Gaston Defferre, antiguo alcalde de Marsella, vine aquí como responsable de la política cultural de la ciudad. En 1996 se creó un puesto de conservador de patrimonio bajo la responsabilidad científica del Consejo de Europa. Se trataba de tomar las directrices patrimoniales europeas y aplicarlas sobre una gran superficie en planificación territorial que había aquí, en los barrios 15 y 16. Así que primero seguí la creación contemporánea y luego llegué a estos barrios.
 
¿Cómo enfocó aquel reto?
Se trataba de realizar la construcción simbólica de una ciudad. Para mí no hay diferencia entre lo social y lo cultural, hay que dejar de separar las cosas.
 
¿Cómo se construye simbólicamente un lugar?
Hace tiempo, éste era un enorme barrio industrial de Marsella. Había altos hornos para la construcción naval, talleres de reparación, enormes fábricas de tejas, ladrillos, baldosas… Todo el grano que llegaba de las colonias africanas y de Asia para producir el aceite llegaba aquí en barcos, se descargaba en las fábricas que estaban un poco más allá, donde se trataba, volvía a moverse en cadena a otra fábrica donde se hacía el jabón y volvía a cargarse en los barcos. Ahora sólo nos queda correr detrás de las excavadoras para intentar sacar algunas últimas fotos para no olvidar. Ya no queda nada de todo aquello excepto los humanos, porque hay muchas personas mayores que han conocido esta actividad, y su memoria es lo único que resiste.
 
¿Cómo intentó proteger todo eso?
Sobre todo, no quise hacer museos ni estructuras centralizadoras ni elaborar una Historia como un poder. Desarrollé una comunidad patrimonial, es decir, una comunidad de personas sobre el territorio que diga: éste es nuestro patrimonio. Podía ser un muro, un saber-hacer, un conflicto entre dos comunidades que había que gestionar… La gente me llamaba y yo les ayudaba a redactar dossieres. Por ejemplo, tras cuatro años de trabajo conseguimos que la Cité Saint-Louis, unas antiguas viviendas sociales de los años 20 que el propietario quería vender, se declarara patrimonio del siglo XX y quedara protegida. Publicamos un libro sobre una escuela de niñas en Saint-André, aquí al lado, donde participaron cuatro generaciones de mujeres: un siglo de historia. De historia ligada a la industria, porque las mayores eran obreras, sus hijas fueron secretarias, las siguientes, profesoras… Y para que la memoria reviva, desde el año 2000, durante la Jornada Europea del Patrimonio, el segundo fin de semana de septiembre, el barrio se abre a la gente de fuera y los habitantes realizan paseos en los que explican su historia.
 
Memoria colectiva…
Siempre, porque estamos obligados a hacer sociedad. Yo soy conservadora de patrimonio, no trabajo la memoria individual. Para eso están los artistas y otra gente que lo hace muy bien.
 
Sin embargo, usted ha decidido no vivir en el barrio. ¿Por qué?
Porque yo no tengo coche y esto es el fin del mundo a partir de las 20.30h. Se acaban los autobuses porque la ciudad tiene miedo de sus barrios norte y los separa. Desde los años 50, poco a poco, separar, separar, separar… Y, hoy en día, los que vienen a hacer los paseos con nosotros son marselleses que no quieren estar separados.
 
¿Por qué no quedarse más tranquila alrededor del Vieux Port?
Porque esto es también mi ciudad y yo la amo. Muy simplemente: esto es Marsella. Y, para mí, la modernidad de Marsella hoy está aquí y los retos son inmensos. Aquí es una cuestión de vida o de muerte. Aquí no hay más que una solución: hay que vivir. Y aprendemos a hacerlo con nada, con una economía muy pequeña, pero a la vez también con unas economías monstruosas porque una política de planificación del territorio es un monstruo. Sabe que hay un proyecto de metrópolis con Aix-en-Provence, Vitrolles, la laguna de Berre… Pues con este nuevo planteamiento, los barrios norte de Marsella, donde metíamos a los pobres, a los obreros y a los inmigrantes, dejan de ser los barrios periféricos para ser el centro.
 
 
 

Sigue este blog en Facebook
Sigue este blog en la web
 

(Todos los contenidos de este blog están protegidos por copyright del autor ©)

Temas

Luces y sombras de una Capital Cultural Europea

Sobre el autor


febrero 2013
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728