Un blog no debería ser un lugar donde contar la vida más íntima pero esta vez, querría hacer una excepción. Mi padre se ha ido como lo que era: un luchador, un optimista, un hombre fuerte, trabajador, un valiente.
Ha muerto rodeado de toda su familia: su mujer, sus cuatro hijas, sus siete nietos, sus yernos, su gato – que ahora llora por la noche, vagabundo en su propia casa- y unos cuidados médicos de primera. He aprendido de él el valor de la familia, de la amistad, el amor al mar.
Cuando pienso en él le veo navegando en un velero. El resto queda para mí, para la familia y para quienes me conocen. Papá, estás con nosotras. Cuídanos como lo has hecho siempre.
Prometo retomar la normalidad del blog en unos días.