Hay personas que creen en las señales que la vida se empeña en regalarte cuando menos te lo esperas y hay otras que seguramente las dejan pasar, igual que hay personas que caminan por la vida sin fijarse en una puesta de sol, un atardecer o una luna llena.
Yo creo en estas señales. Creo que esta vida es mucho más misteriosa de lo que pensamos. Cada vez estoy más convencida de que nuestra existencia está hecha para vivirla, disfrutarla sin hacer el mal, sin egoísmos, pero disfrutarla. “No le temo al futuro sino a su brevedad ante mis ojos “, dijo alguien a quien no recuerdo en estos momentos.
Acabo de regresar de un maravilloso viaje a París y una vez más he vuelto enamorada de la ciudad. Estaba en un acogedor hotel de Saint-Germain des Près que creo que ya es mi barrio favorito desde hace un tiempo. Me lo recomendó mi querida amiga la escritora Ángela Becerra. Ella sí que cree en las señales, ella si que sabe disfrutarlas. No hay mas que leer cualquiera de sus maravillosas novelas.
Empezaré por el final, como en las buenas historias: el último día caminé despacio y en buena compañía, hacia Notre Dame. Su fachada principal de estilo gótico impresiona y la hace acogedora a la vez. Entramos, paseamos por cada pasillo, paramos a rezar, a reflexionar, a dar gracias a la vida por poder disfrutar de un día más, con salud, amor,… Busqué un banco tranquilo, encendí dos velas por las dos personas a las que más he querido y unas lágrimas silenciosas llenas de paz asomaron por mi cara. Nadie podía darse cuenta, la luz era tenue, miraba al suelo, necesitaba ese rato de calma. Sentí una caricia suave, respetuosa, miré aun lado y vi a una mujer de unos ojos azules como el mar mediterráneo y un cutis perfecto. Tendría mi edad y su voz era suave y melódica. Me habló en francés y me dijo: Tranquila, llora, las lágrimas purifican, están contigo. Le sonreí, le dije “Merci “y cuando quise saber a donde iba, ya había desaparecido.
¿Qué lugares recomiendo en este barrio? Cualquiera de sus muchos cafés como Les deux magots, La Brasserie Lipp, Le café de Flore. Obligada la visita al museo d´Orsay y a l ´Orangerie. Una maravilla perderse por la librería La Hune en el 170 del Boulevard Saint-Germain.
Ahora ya solo me queda ir a ver la última película de Woody Allen, Midnight in Paris.