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Ricardo Aldarondo

Mon Oncle

Damien Jurado sentado al borde del Victoria Eugenia con los pies en Arkansas

Estaba Damien Jurado muy fascinado con el Victoria Eugenia (puso por las redes sociales una foto del teatro tomada durante la prueba de sonido) y aseguró que llevaba toda la gira esperando el momento de llegar a San Sebastián. Expectación, ese problema: no sabemos si él encontró la ciudad tan estimulante como, al parecer, quedó en su recuerdo de su anterior visita (en Gazteszena, en solitario, octubre 2010), pero a nosotros nos dejo a un paso, solo un paso, de la plenitud esperada.

Hace año y medio fuimos a Gazteszena con escasa expectación: con lo bonitos que son los arreglos en sus discos, temimos que sus canciones al desnudo, sólo con guitarra acústica, quedaran pobres. Pero fue una interpretación impresionante. Ahora, sabiendo que venía acompañado con banda, creímos que el éxtasis se iba a multiplicar por cinco. Y fue otra cosa. No exactamente decepcionante, más bien de una enorme belleza formal, pero no tanto en lo emocional.

Lo que hizo Damien Jurado con su banda lo hizo muy bien, solo que se quedó corto. Se ha empeñado en esta gira en tocar entero su nuevo disco, ‘Maraqopa’, y con las canciones en el mismo orden, cual obra conceptual. No es problema, porque es un disco excelente, y aunque lo hagan de forma bastante mimética con la grabación, excepto en un par de desarrollos instrumentales (Everyone a Star) en los que Jurado daba la espalda al público se concentraba con sus músicos e incluso se subió a la silla entusiasmado, es un placer escuchar su belleza en vivo. En algún momento me recordó a Nick Drake (Nothing is the News), además de su habitual acercamiento al tono de Neil Young (Maraqopa) y cantó de forma especialmente apasionada So On, Nevada. La banda, muy profesional y atenta (destacaron los sonidos del teclista y el aparatillo multifunción que el guitarrista alternaba con las seis cuerdas) pero sin salirse del guión. A las diez canciones de Maraqopa se añadió Horizons, grabada para la cadena KEXP y que tuvo un desarrollo eléctrico cercano al acid rock.

Pero cuando se suponía que llegaría una larga segunda parte de repertorio variado, Jurado ofreció solo media de canciones, propinas incluidas. Tres en solitario con acústica (Sheets, Ohio y Everything Trying), una con efímero regreso de la banda (Diamond Sea), y finalmente dos minúsculos pero emocionantes bises sentado al borde del escenario y sin micrófono, en los que correteó por el escenario y el patio de butacas con sus calcetines blancos (sin zapatos), alternando el concentrado intimismo con un humor que hasta entonces había estado ausente. Y solo por la cantidad, por esa sensación de interruptus, dejó una cierta insatisfacción esta visita de Damien Jurado, por otra parte exquisita. Tampoco esta vez pudimos escuchar ‘Gillian Was a Horse’ ni tantas otras de ese repertorio amplio y gozoso que nos negó. Por lo demás, muy bien.

El vídeo tiene la extraña virtud de que no se ve prácticamente nada. Ah, pero esos 30 segundos finales…

 

Un espacio en 3D: cine, música, libros y más

Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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