Fashion y pop. Balenciaga Discoteque. La siempre imaginativa selección de locales inusuales que los de Ginmusica vienen haciendo para dar un toque especial a casi todos sus conciertos encontró un maridaje que ni el txakoli con las kokotas: el trío londinense Saint Etienne, con su refinada Sarah Cracknell al frente, actuando en el Museo Balenciaga de Getaria.
El enciclopédico pop de Saint Etienne es más demodé que fashion, según se mire: en sus dos décadas largas de existencia, y gracias al bagaje musical de los otros dos componentes, Bob Stanley y Pete Wiggs, que son fans de la música antes que músicos, Saint Etienne ha combinado las más diversas formas de pop, disco music y electrónica, dando una pátina de modernidad a lo que en realidad es inteligente revitalización de géneros de éxito en otras épocas.
Una actuación de Saint Etienne es difícil que resulte un concierto arrebatador: las bases necesariamente pregrabadas (nunca se sabe qué están haciendo exactamente los chicos con sus teclados) convierten la cita más en una encantadora velada presidida por la excelente anfitriona Sarah (que se mantiene impecable en su look y en su voz) que en un concierto al uso. Una especie de party para disfrutar todos juntos de un repertorio fundamental en los dominios del indie. Con las proyecciones de la pantalla y el complemento de la voz en los coros de Debsey Wykes, que fue cantante de Dolly Mixture, se completa el escenario de la recepción bailonga. Lo demás lo pone el público; y el que se concentró en Getaria estuvo especialmente conectado, a decir de la propia Sarah Cracknell, que destacó que después de haber pasado por Madrid y Vigo, era en Getaria donde habían encontrado una audiencia más numerosa, además de entusiasta y magníficamente cantora.
Más de 700 personas se reunieron en esta especie de epílogo del Kutxa Kultur que tan gozoso resultó en Igeldo, y que también fue una fiesta en Balenciaga. Saint Etienne alternó piezas de su último y bastante flojo album, Words and Music, como When I Was Seventeen, Popular y Tonight (aunque no ofrecieron la mejor, la que lo abre, Over the Border), con canciones ajenas covertidas en hits propios como Who Do You Think You Are (de Candlewick Green) y Only Love Can Break Your Heart (de Neil Young), perfectos sing-a-longs como Good Thing y Sylvie y momentos álgidos de su carrera como Like a Motorway y Nothing Can Stop Us. En el bis añadieron I’ve Got Your Music y pusieron avispadamente el fin de fiesta con la muy vivificante y comunitaria He’s On the Phone. Poco más de una hora duró, pero fue la medida perfecta para la jovial recepción.