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Ricardo Aldarondo

Mon Oncle

Sobre Jesús Franco: una revista, una aventura y el electroshock de Klaus Kinski

Tres apuntes dispersos en la muerte, ayer, de Jesús Franco:

1. La entrevista. Extraigo un par de preguntas de la entrevista que le hice a Jesús Franco en la Semana de Terror de San Sebastián de 1998, publicada en El Diario Vasco el 1 de noviembre de ese año:

-Igual es que en su momento era usted un pionero y ahora está en la generación que le corresponde.

-Te agradezco mucho que me digas eso porque así es como me siento. He nacido diez años antes de tiempo, por lo menos.

-¿Klaus Kinski era feroz?

-Qué va. Le he visto alguna crisis de cólera, pero no le he sufrido ninguna. Pero, claro, es que estaba loco de verdad, y de vez en cuando tenía una crisis. Entonces yo le decía: “Klaus, cálmate, hacemos un plano más y te invito a un electroshock, que te va a venir como dios”. Y ya se ponía a reir.

La entrevista completa se puede leer aquí:

 

 


 

 

 

 

 

2. La revista. En 1991 aún era poco frecuente oir hablar de Jesús Franco y reivindicarlo con orgullo. Sí lo hacían Carlos Aguilar y Ramón Freixas, que ya había estudiado minuciosamente su obra y tratado de recomponer su dispersa y vasta filmografía. Eran los primeros tiempos aún de la Unidad de Cine del Patronato de Cultura de San Sebastián y José Luis Rebordinos ya la dirigía. La revista Nosferatu estaba aún en sus primeros (y muy cotizados) números, y durante un breve tiempo tuvo otra revista hermana llamada Dezine que editó unos pocos números en torno a otras programaciones de cine que se hacían en el Principal, entre ellas las primeras ediciones de la Semana de Terror. En el equipo de redacción de ambas revistas estábamos unos cuantos, Jesús Angulo, Txema Muñoz y uno mismo entre ellos, y Rebordinos decidió acometer un ciclo de quince películas sobre Jesús Franco. Sara Torres facilitó que dos de los ilustres sobrinos del cineasta, Javier Marías y Ricardo Franco, escribieran sobre su ‘tío Jesús’ artículos que, sobre todo el de Marías, han reaparecido luego en libros recopilatorios y revelaron la personalidad en la vida familiar, juvenil y personal de Jesús Franco. Con los años, muchos jóvenes seguidores le acabaron llamando ‘tío Jess’: una legión de sobrinos en forma de fans, para los que Jesús Franco siguió siendo el fascinante relator, el divertido sabio, el maestro iniciático en el entusiasmo por una cultura popular y vivida a tope. Esa revista, el número 4 de Dezine, titulada Jesús Franco, francotirador del cine español‘, sigue siendo hoy, creo yo, un completo acercamiento al cineasta (aunque falten sus últimos 22 años de actividad, claro), ilustrado con algunas fotografías y carteles publicadas de forma desinhibida y natural por una institución municipal, cosa que hoy sigue sorprendiendo. Las de Historia sexual de O, por ejemplo.

He aquí la portada y el sumario de un número hoy descatalogado, por supuesto:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3. La aventura. La obra de Jesús Franco está lógicamente marcada por su tendencia al terror y el cine erótico, o porno. O incluso por sus coqueteos en su última época con el rock ‘indie’ en Killer Barbys. Pero queremos rescatar aquí una película mucho menos improbable en el imaginario de Jesús Franco, y que sin embargo encaja perfectamente en su pasión eternamente juvenil por la literatura y el cine. Se trata de Un capitán de quince años, versión de la novela de Julio Verne, y que fue una de las nueve películas, nueve, que hizo en 1974. Una película aparentemente de mayor empaque, una de aquellas coproducciones europeas, en este caso hispano-francesa, que en los años 60 y 70 sacaban adelante muchas películas de aventuras que alimentaban los cines de barrio. Un capitán de quince años es, por tanto, una adaptación muy en serio, aunque con la limitaciones presupuestarias y la libre puesta en escena propia de Jesús Franco: los planos de la nave parecen sacados de algún barco-museo y las escenas de acción están montadas a trompicones. El momento de máximo peligro, cuando los protagonistas están a punto de caer con su balsa por una catarata, se resuelve con un par de planos disimulados entre el ramaje, y el tiroteo tiene tanto desparpajo como un complicado sentido de la orientación. Pero al menos transmite una pasión por la aventura y un deseo de ofrecer un viaje iniciático, con tintes de melodrama paterno filial, que entonces era posible destinar a la chavalería. Su protagonista, José Manuel Marcos, quizás relacionado con el productor del filme, Arturo Marcos, no parece que volvió a actuar en ninguna otra película. Eran otros tiempos en un cine español cargado de productores emprendedores que podian encontrar una receptividad para una película como esta: se estrenó en seis cine de Madrid, al menos, y tuvo un total de 258.662 espectadores, nada menos.

 

Un espacio en 3D: cine, música, libros y más

Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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