En la edición especial de Crimson /Red se incluyen unas fotos de Paddy McAloon en su estudio casero. Entre los aparatos, teclados y pantallas de ordenador que remiten a los años 80 o primeros 90. Él, por el contrario, luce pelo y barba blanca, traje y bastón, reforzando la distancia con su imagen juevnil de los años 80, como haciendo gala de vejez, con sonrisa de pilluelo. Tiene 56 años, no es tan mayor. Aunque haya pasado multiples enfermedad que le han provocado problemas de vista y oído, se muestra optimista y risueño.
Después de años, casi dos décadas de semi reclusión, el líder de Prefab Sprout publica un nuevo disco y se muestra abiertamente como no hacía desde que el grupo que logró unos cuantos éxitos mundiales en los años 80 (When Love Breaks Down, Apettite, Hey, Manhattan!, The King of Rock’n’Roll, We Let the Stars Go y tantas otras: canciones eternas) dejó de existir como tal. Fotos en su estudio y su entorno, entrevistas, dedicatorias a su mujer y sus hijas emergen de su nuevo disco. En estas dos décadas creció la leyenda, que no es tal, porque Paddy McAloon confirma una y otra vez que tiene en su casa grabados un montón de discos inéditos que podría haber publicado en este tiempo, pero de momento siguen ahí guardados. Algunos salieron y eran espléndidos: The Gunman and Other Stories (2001) y Let’s Change the Music (2009), más el orquestal publicado bajo su propio nombre I Trawl the Megahertz (2007).
Entonces, ¿qué es Crimson / Red, un disco rescatado del pasado, algo nuevo, un disco en solitario, una obra de Prefab Sprout? La respuesta es: todo a la vez. McAloon aclara que está grabado en otoño del año pasado, pero que alguna canción procede de 2007 y otras ideas fueron rescatadas de distintas épocas. Lo grabó todo él en su estudio casero, con alguna ayuda de un técnico. Pero firma como Prefab Sprout y da las gracias y dice que tiene muy presentes a los que fueron miembros del grupo, su propio hermano Martin McAloon, Wendy Smith y su preciosa voz, Neil Conti, o Thomas Dolby que ejerció de productor en los 80.
Pero pones el disco y suena inmediatamente a los Prefab Sprout de siempre. ¿Como en los 80? No exactamente: Prefab Sprout suena fuera del tiempo. Esas baterías sintéticas, algunos teclados, suenan ochenteros, sí, pero sin que eso signifique nada peyorativo, ni caduco. Prefab Sprout es probablemente la expresión de la máxima exquisitez y riqueza conceptual y melódica en el pop de las últimas décadas. Casi 30 años después de su debut con Swoon (1984) el grupo no existe como tal, pero el genio de Paddy McAloon hace que todo siga vigente, fresco, tan tradicionalmente familiar como recién nacido.
Y eso que en las primeras escuchas me pareció que Crimson / Red tenía todo lo que deseamos en un disco de Prefab Sprout (siempre echando de menos los coros de Wendy Smith) pero que adolecía de canciones sublimes como tantas diseminadas por los anteriores discos. Después de escucharlo muchas veces, sin embargo, lo que antes aparecía como algo convencional, revela la brillantez inagotable de Paddy McAloon. Al escuchar su voz nada concuerda con la imagen de esas fotos: sigue sonando joven, envuelta en fabulosas armonías en multipista, con ese tono inmaculado, cristalino, y esas melodías que, como las del gran Burt Bacharach, son complicadísimas pero tan pegadizas como el pop debe ser; un milagro.
Como apoyándose en la estructura del vinilo tradicional (qué bien que los discos vuelven a tener diez canciones y 30-40 minutos, y no los excesos del CD), cada cara se abre con sendas canciones que pueden ser hits instantáneos; que lo serían en los 80, cuando la buena música y la música más comercial podían ser lo mismo, y las radios lo difundían así. Hoy es mucho más complicado. Pero The Best Jewel in the World (a pesar de su algo molesta sirena y un vídeo poco inspirado) convierte a un ladrón de joyas en leit motiv de una melodía luminosa y con los arreglos magistrales acostumbrados en Prefab Sprout; y Billy, con esa gloriosa melodía de armónica que la abre y la conduce, y ese cimbreante corazón soul, es para enmarcarla entre las grandísimas canciones de Prefab Sprout. Y para dejarse llevar por su esplendor y entusiasmo románticos.
También se atreve McAloon a hablar de la adolescencia sobre un trotón ritmo electrónico (“Adolescencia, ¿cómo es? / Es una motocicleta psicodélica”) y construye sus inigualables baladas celestiales, con esa voz que lo contiene todo: la gravedad del crooner, la pasión del soulman, la ternura del cantante melódico más conmovedor. List of Impossible Things y The Dreamers son dos joyitas a añadir en ese apartado de su catálogo. El country aparece más esporádicamente que en el muy vaquero The Gunman and other Stories, pero tiene un precioso momento en The Old Magician. Juguetón, misterioso, evocador en sus letras (Grief Built the Taj Mahal y Devil Came a Calling incorporan su ironía), Paddy McAloon, o Prefab Sprout, completa otro disco lleno de recompensas en una trayectoria demasiado intermitente. Pero bueno, si Paddy McAloon entrega tan pocas obras, aunque haya creado muchas guardadas en un cajón, al menos eso sirve para que cada una de ellas las disfrutemos como lo que son: un acontecimiento.