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Ricardo Aldarondo

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A pelo y con bailecitos o el happening sin beat de Calvin Johnson en el Dabadaba

Tiene Calvin Johnson verdaderos devotos, sobre todo del que fue su grupo de los 90, Beat Happening, o también de su obra en solitario o diseminada por unos cuantas bandas y colaboraciones (Go Team, Dub Narcotic System, The Halo Benders…). Otros fuimos al Dabadaba más bien empujados por la sonoridad del mito. Y, sí, Calvin Johnson es todo un personaje.

A priori la propuesta no podía ser más cruda. A pelo, sin ninguna amplificación por deseo expreso del ejecutante. Solo su vozarrón y la escuálida sonoridad de su guitarrita española. Y su cuerpo, que también cuenta en la propuesta expresiva del cantante de Olympia (Washington), no confundir con la ciudad de Washington que se pone de los nervios, según explicó.

Todo un happening, sin beat (había un bombo sober el escenario, con dos elepés apoyados en él, pero no lo usó), que empezó resultando un tanto árido, de melodía y ritmo inaprensible, pero que la rotundidad de Calvin Johnson para estar en el escenario con tal desnudez y construir unas canciones que se sostienen en el puro esqueleto, acabaron ganándonos.

Presentó canciones de su nueva banda, The Hive Dwellers, como The Dignity of Saint JudeLord Gave Me Hell and a Woman Named Judy o también la extraña Apple to the Core. Y rescató otra de Ruby Fray, en cuyo disco acaba de colaborar (y que era uno de los dos elepés que estaba sobre el escenario, junto al de The Hive Dwellers, como escaparate de la otra parte del negocio que Calvin cuida bien, como se verá.

Con su voz de barítono y su tono monocorde, Calvin Johnson basa sus variaciones en la posición caprichosa de su cuerpo (a veces como parodiando a una bailarina de ballet dislocada), en la dirección en que lanza sus palabras, y en un tránsito por los márgenes de muchos géneros, del blues pantanoso al rock & roll primitivo, del pop sofisticado con reminiscencias de Morrissey en la voz o de los Go-Betweens en las melodías, y en un carácter de showman entre inocente y resabiado que también lo emparenta ocasionalmente con Jonathan Richman. Lo más bonito y popero  fue su clásico Love Will Come Back Again; y lo más estrambótico y gracioso, una canción a capella y con derroche de expresión corporal, Sitting Alone at the Movies: aquí están ambas.


Fue amable y sagaz con el Dabadaba: comentó que aunque era un sitio muy reciente, se notaba que es de esos lugares a los que hay que ir siempre, aunque no sepas quién toca, porque en ellos siempre se cuece algo interesante… Y uno, que entraba por primera vez en el recientísimo local donostiarra, tuvo la sensación de que era pura verdad lo que decía Calvin. La pizarra donde están anunciados los próximos conciertos, es una caja de promesas en un local a visitar a cualquier hora.

Al terminar el concierto, Calvin Johnson se puso ante la mesa en la que vendía no sólo sus discos y los de su sello, sino ¡cassettes recopilatorias! Sí, como las que hacíamos en los 80 para los amigos. De rarezas ajenas, de rock&roll primitivo o de grupos rusos y así. No pudimos evitar la tentación de comprar una, dedicada a “canciones relacionadas con Lee Hazlewood’.

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Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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