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Ricardo Aldarondo

Mon Oncle

Manett en un campo de libros: el disco y el concierto

Creímos que harían cuatro o cinco canciones en formato menor por cumplir el protocolo de la presentación del nuevo disco. Pero los getxotarras Manett se marcaron todo un concierto de una hora (o más) con abundantes sorpresas, revelador del gran abanico de posibilidades que esconden tras su humilde y afable actitud.

Manett presentaba el viernes pasado su segundo disco en Moonpalace Records, otra joyita táctil y sonora, en un entorno igualmente cercano y exquisito, la librería Garoa de San Sebstián en uno de sus múltiples e incesantes actos. Ya habíamos escuchado, degustado y disfrutado a fondo ese álbum titulado Caravan que se abriga en una portada hecha a mano, como es habitual en el one man label Juanra Moonpalace. Pero esta vez en tricromía y con estampados muy definitorios del contenido: sencillez y artesanía, paisajes country americanos y encanto clásico ensoñador. Así son las canciones de Manett, pero con múltiples variedades: si en principio pueden encuadrarse en el alternative country, tiran para muchos lados inesperados, a veces se vuelven genuinamente británicos en una vertiente más pop, y así Calexico se abrazan con Teenage Fanclub, por citar alguna referencia. Pero no hay impostura, todo fluye con naturalidad bajo la voz cercana y envolvente de Diego, magníficamente secundada por los coros. A resaltar aquí lo bien que suena el disco, con una calidad, calidez y naturalidad raras en estos tiempos. Incluso el escollo que a algunos nos supone que canten en inglés grupos de natural no anglosajón (ya lo comentamos con motivo del primer disco), las canciones y el buen hacer (además de una pronunciación que creo que pasaría todos los certificates) se imponen por sí mismos y aportan toda la credibilidad necesaria.

Escuchen aquí el disco entero con placidez, degustando varias veces canciones estupendas, como Harmless, la de la chica de la línea de transporte público Line, Frontier que ni siquiera importa que suene demasiado a Calexico o el magnífico cierre con Carousel. Ahí están al detalle, en su justa medida, los arreglos de trompeta, armónica y coros en primoroso acabado.

Pero en directo, en formato íntimo (que no acústico) sin batería, Manett demostraron que esas canciones funcionan igualmente al desnudo y sin los controles medidos al máximo del estudio. Con el talante de quien toca en el salón de una casa para los amigos, con gracia y no sólo sensibilidad (a destacar las réplicas verbales como-quien-no-quiere-la-cosa del bajista-trompetista-ukelelero Raúl) y la entrega de las grandes ocasiones, no sólo hicieron la mayoría de las canciones de Caravan, también acudieron a algunos de los temas de su primer álbum, e incluso en el bis rescataron una canción de su primera maqueta. Y aún más, se descolgaron con una versión preciosa de la canción de Juanito Valderrama que Antonio López y Enrique Gran entonaban en el El sol del membrillo, aquel Ramito de mejorana. Aquí está el inédito:

Otro de los mejores momentos fue al final, cuando aprovecharon ese “thank you” que se dice en una de las mejores canciones del disco, Carousel, para despedir al centenar de agradecidos y complacidos asistentes.

Y aquí otros dos momentos del concierto:


Un espacio en 3D: cine, música, libros y más

Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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