CAFÉ SOCIETY de Woody Allen
Esta ambientada en Hollywood, en el de los años 30, pero Woody Allen se las arregla para situar una parte de ‘Café Society’ en Manhattan y autocitarse en la era digital con dos de sus escenarios clásicos, el puente desde Brooklyn con el ‘skyline’ al fondo y el otro puente, el del lago de Central Park. Son imágenes casi anecdóticas en el conjunto del filme pero significativas como símbolo de la pátina moderna para sus temas e iconos de siempre con la que él neoyorkino despliega una de sus filosofías sencillas y complejas a la vez (el amor ideal pero imposible, los sueños irrealizables o no), rindiendo tributo al esplendor de la meca del cine en los años 30. Exuberante en decorados y puesta en escena, más rica en producción y vigor narrativo que sus últimas películas, Café Society revela también el eterno arte de Woody Allen para sacar lo mejor de las estrellas, aquí Jesse Eisenberg, Kirsten Stewart y Steve Carell.
SIERANEVADA, De Cristi Puiu
El rumano Cristi Puiu regresa por la puerta grande después de haber crecido en la sección Un Certain Regard con La muerte del Sr. Lazarescu y ‘Aurora’. Su ‘Sieranevada’ (no hay errata, es con una erre) es una de las dos películas rumanas en competición y se construye con habilidad casi por entero entrelas estrecheces de un piso donde se reúne una amplia familia para conmemorar la muerte del padre. No todo es amor en esta como en tantas familias: surgen cosas ocultas del pasado, mientras la adolescente duerme su borrachera, el matrimonio maduro saca sus trapos sucios, y los hijos debaten la situación sociopolítica. Tanto como esos temas en clave tragicómica, interesa la forma en que la cámara es testigo invisible atisbando entre puertas. Son tres horas de metraje, pero la viveza de esas relaciones dan para mucho.
RESTER VERTICAL, de Alain Guiraudie
Si el director francés Alain Guiraudie sorprendió hace dos años con el thriller campestre gay (sí, insólita combinación) de ‘El desconocido del lago’ ahora mantiene esos elementos sin repetirse y haciendo que de nuevo la intriga resida en un guión que se atreve con lo inesperado y lo inédito. Sin ser tan compacta como la anterior, ‘Rester vertical’ entrecruza temas dispersos con ingenio y atrevimiento: el lobo como miedo del guionista ante el papel en blanco, la paternidad en un mundo en que las mujeres se ausentan, la vida en el campo, relaciones bisexuales e intergeneracionales… Todo con una gran capacidad de sugerencia y jugando al desconcierto, con irónica complicidad.
I, DANIEL BLAKE, de Ken Loach
Ken Loach cosechó insiste una vez más en su propósito: defender al ciudadano y a la clase trabajadora de la presión o el abandono institucional. En ‘I, Daniel Blake, que recuerda mucho a su película de hace dos décadas Mi nombre es Joe, y no solo por el juego del título, pone en primera persona a un obrero en paro tras un ataque al corazón, que trata de lograr un trabajo o una pensión, enredado en la burocracia de los servicios sociales. Dice que ha pagado sus impuestos y muy a gusto, pero ahora que necesita la ayuda del Estado nadie parece escucharle. La solidaridad entre los desfavorecidos es la única vía de humanidad en una sociedad fría y mecánica, viene a decir Loach, que una vez más sabe cómo conmover con los problemas de ciudadanos (casi) anónimos. También recurre a la manipulación más o menos facilonda de los sentimientos, y aunque todo resulte demasiado esquemático en ese mundo de buenos y malos, es imposible no ponerse de parte de sus denuncias. Lo convincente está en la credibilidad de los actores, más que en la singularidad de las imágenes.