Fabrice Muamba vio la muerte con sus propios ojos cuando el 17 de marzo de este mismo año sufrió un paro cardíaco en el terreno de juego. Su corazón no latió durante 78 minutos, pero la vida le ha dado una nueva oportunidad. De hecho, el futbolista congoleño, disfrutó ayer de una posibilidad única y muy especial que seguro que recordará durante el resto de esta segunda vida que está teniendo el honor de disfrutar.
Muamba fue el encargado de portar la antorcha olímpica ayer por el barrio que le vio crecer, Waltham Forest (llegó con 11 años a Londres).
Una llama, la de la antorcha olímpica, que le ha visto renacer.