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Karel López Gómez

El pajarito inglés

¡Hasta siempre Isinbayeva!

¡Hasta siempre Isinbayeva! Hasta siempre o hasta pronto… Tú resolverás el misterio. Tú elegirás. Pero de momento te vas…

Se va, se nos va. Su nombre es Isinbayeva y no descubro nada si digo que ha sido una de las mejores atletas de la historia. La continuación a Bubka, pero en mujer. Durante una época no tuvo rival. Solo ella podía vencerse a sí misma. Y lo hizo coleccionando un récord del mundo seguido de otro.

Se nos va la ‘Zarina’. Se despide la diosa del atletismo y lo hace por todo lo alto, siendo campeona del mundo en su país, en Rusia. Isinbayeva ha vuelto a dejar su nombre escrito en la historia. Saltando 4,89 metros a la primera volvía a demostrar quién mandaba, quién reinaba sobre las alturas.

El concurso no comenzaba bien para ella tras cometer un nulo sobre 4,65 metros. Pero pronto le dio la vuelta. Le dio la vuelta para agrandar aún más su leyenda. Y sobre 4,75 metros ya caía del cielo sin la compañía del listón. Ella es diferente y sobre 4,82 volvió a fallar, al igual que su máxima rival, la norteamericana Suhr, quien hace unos meses le arrebató el récord del mundo de pista cubierta. Pero el de aire libre ahí continuará. Quién sabe hasta cuándo…

En la grada del estadio se veían pancartas que mostraban el amor que se le tiene en su país a la ‘Zarina’. “We love Yelena very much”, decían. Y se le continuará queriendo. Porque ella tiene algo que las demás no tienen… Llamémosle ‘algo’. Ese ‘algo’ que logró que en el estadio hubiera un martes incluso más gente que la que había el domingo para ver ganar a Usain Bolt…

Las cámaras le enfocaban hasta mientras sus rivales se preparaban para saltar. Suhr se sentaba tras los tacos de salida de la calle 8 antes de que la alemana Spiegelburg (cuarta al final) afrontara su tercer intento sobre 4,82 metros, altura que la rusa pasó a la segunda. La alemana falló, la cubana Silva superó el listón a la última y se aseguró el podio.

Pero el 4,89 iba a ser la altura elegida por la diosa de la pértiga para dejar sin opciones a sus rivales. ¡Lo saltó a la primera! Y corrió, corrió porque sabía que ahí estaba medio campeonato. Mientras Yelena alzaba el puño, llegaba el turno de Suhr. ¡Falló! Y también falló Silva. Y la rusa sonreía desde el suelo. Lo sabía. Se veía ya campeona. La historia estaba escrita desde hacía mucho tiempo. Y fallaron otras dos veces.

¡Yelena Isinbayeva ya era campeona!

Lo celebró con una carrera, llevando los puños al aire y subiendo hasta la grada para fundirse en un abrazo con su entrenador. Pero ella quisó volver porque ahí no se acababa su historia. Quedaban tres saltos más. Los tres últimos… ¡o no!. Los fotógrafos le seguían. Los policías miraban. Daba igual. Se acercó hasta el juez y le dijo que colocaran el listón sobre 5,07 metros.

Antes de afrontar esa altura mágica, antes de intentar su enésimo récord del mundo, sonaba el himno alemán en Moscú en honor al ganador del disco. Ella se secaba el sudor y pedía palmas. Decía que no escuchaba, que quería más. Y agarraba la pértiga con sus manos.  Falló, falló otra vez. Y agotaba el tiempo para el último intento.

Llegaba la hora de la verdad. Era el día. Se marchaba ante su público. Le hablaba a la pértiga. Le susurraba que había llegado la hora de que le concediera el último baile. Pero falló y saltó de alegría. Daba igual. Era campeona del mundo y el récord continúa siendo suyo.

Isinbayeva se marcha siendo de oro. Así lo quisó la historia. Así quería todo el mundo que fuera. Echaremos de menos sus saltos, su carisma… ¡Le echaremos de menos! ¡Viva Rusia!

El último salto de Isinbayeva… ¡Hasta siempre Yelena! Hasta siempre…o hasta pronto.

El atletismo desde dentro

Sobre el autor

Comunicación (Universidad de Deusto) y Marketing (Universidad Jaume I). Deportes, sobre todo atletismo, en El Diario Vasco. Juegos Olímpicos 2012, Europeo 2012...


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