Época de crisis y poco dinero en las arcas públicas. Y para más inri, pocos patrocinadores que ayuden al deporte español. Los estados siguen, a pesar de los tremendos recortes, ayudando a las federaciones deportivas con dinero público (en 2012, se redujo incluso más del 40% el presupuesto dedicado a las federaciones deportivas españolas).
Mi intención con este post no es la entrar a debatir si en estos tiempos en los que la sanidad, la educación… sufren recortes, el deporte debe recibir ayudas públicas. Creo que es fundamental que el deporte español reciba ayudas públicas (deporte=salud. Hay estudios que dicen que por cada euro invertido en deporte se recuperan cinco). Mi objetivo es el de tratar de reflexionar sobre esta pregunta: ¿Para quién tiene que ser el dinero en tiempo de crisis?
1) Deportista
2) Federaciones
3) Clubes
4) Entrenadores
No es una respuesta fácil, créanme. Puede parecer sencillo responder que el dinero tiene que ir a parar a los deportistas. De hecho, y esto es una evidencia, sin deportistas no hay deportes. Pero ¿hay deporte sin entrenadores? ¿Hay deporte sin federaciones que puedan pagar los viajes a competiciones internacionales?
El deportista es imprescindible para el deporte. En España se está produciendo una importante ‘fuga de cerebros’. Muchos talentos deportivos están abandonando el país para irse, por ejemplo, a Estados Unidos, lugar en donde las universidades les acogen con importantes becas. Aquí, los centros de alto rendimiento no pueden garantizar el mantener a los deportistas. Las becas están empezando a desaparecer y muchos deportistas prefieren dejar el deporte para centrarse en lo que realmente les dará el pan para comer. ¿Es justa esa reducción de becas? ¿Es justo que la subvención pública no vaya a parar al deportista?
En la actualidad, muchas federaciones deportivas están recortando hasta alcanzar puntos en los que tienen que reducir las selecciones que llevan a campeonatos internacionales. No hay que olvidarse de estos deportistas, ya que son la auténtica realidad de nuestro deporte. Las federaciones suelen ser las encargadas de organizar competiciones estatales, pero sin dinero… ya saben cuál es el final de la frase. Por tanto, ¿pueden subsistir las federaciones sin dinero público? ¿Qué pasaría si desaparecieran las federaciones?
Los clubes también necesitan dinero; está claro. Hasta ahora, muchos sobrevivían gracias a patrocinadores privados (y a ayudas públicas). Pero la situación es la que es y ninguna empresa se la quiere jugar. Sin clubes es imposible practicar deportes de equipo y, por lo general, en deportes de carácter individual, los deportistas buscas un refugio en sus equipos. En muchas ocasiones, son estos mismos los que les buscan instalaciones para entrenar, entrenador, fisioterapeuta… Hoy en día, es muy difícil que los equipos tengan recursos suficientes como para pagar al deportista. De hecho, los equipos están notando la crisis de una manera muy dura: tienen menos dinero y las federaciones suben el precio de las fichas. ¿Es viable el deporte sin equipos? Las ayudas públicas escasean y sin ellas: 1) No se puede pagar al deportista 2) No se puede pagar al entrenador contratado por el equipo 3) No se pueden financiar los viajes a los campeonatos… Y así se podría seguir mucho tiempo.
Por último, y no por ello son menos importantes, están los entrenadores. Lo dejo para el final porque son, quizás, los más afectados por la crisis. Todos se olvidan de ellos, pero hay que recordar el elevado número de horas que pasan sobre, por ejemplo, las pistas de atletismo. Muchos clubes ya no les pueden pagar, las federaciones casi no les ayudan y los deportistas no cobran, por lo que no pueden pagar a sus entrenadores. Sin entrenadores tampoco hay deporte; eso hay que dejarlo claro. Y no hablo solo de deportes de equipo. Resulta casi imposible (salvo que se tengan los conocimientos suficientes) entrenarse solo. Y si se hace, es muy posible que los resultados obtenidos no sean los mismos.
He debatido muchas veces sobre este tema, y sigo sin hallar una conclusión definitiva. En función de la persona con la que hables, recibirás una respuesta. La verdad absoluta no existe en este caso; no es una cuestión matemática. Quizás lo justo sería repartir el dinero en partes iguales (25%), pero no estoy del todo seguro…
Por tanto, ¿dónde está el equilibrio? ¿A quién hay que destinar el dinero público en tiempo de crisis?