Antes de nada, quisiera dejar claro que en este post quiero hablar de una prueba novedosa que, sin duda alguna, es de los más espectacular que he visto, atléticamente hablando, en los últimos tiempos: la de 4×110 metros vallas. ¡Sí! Han leído bien: ¡4×110 metros vallas! Adjunto el vídeo, pues es la forma más sencilla de ver la espectacularidad de este relevo, que al contrario que otros, se desarrolla solo en la recta principal.
Las pruebas de relevos son siempre espectaculares. Cortos (4×100) o largos (4×400), siempre dejan anécdotas y emoción a raudales. En mi memoria guardo el récord del mundo de Jamaica en los Juegos Olímpicos de Londres con un Usain Bolt, el último relevista del cuarteto de velocistas jamaicanos, haciendo aquello que primero se enseña en las escuelas que NO HAY QUE HACER, cambiarse de mano el testigo, llegando a frenarse casi por completo: 36.84 fue la marca. ¡Superhéroes!
Se dice, sin embargo, que la carrera más bonita del amplio repertorio con el que cuenta el atletismo es la del 4×400. Me viene a la cabeza, y no por haberla vivido, sino porque un buen día me la encontré en las redes sociales, la inmensa última posta del cubano Alberto Juantorena, ‘el caballo’, en 1982. ¡Vean y disfruten de la última posta del equipo cubano!
Pero en este post no quiero hablar de las grandes hazañas atléticas en las ya tradicionales pruebas de 4×100 metros y 4×400. Son un arte; los relevos, con esas entregas milimétricas mientras los relevistas corren a una intensidad que roza el 100%, son auténticas obras de arte que poco o nada tienen que envidiar a las obras maestras de Leonardo Da Vinci o a las precisas ecuaciones de cualquier prestigioso matemático (quizás esté exagerando, pero cualquier amante del atletismo te dirá algo similar). ¡Un arte que, una vez cada cuatro años, en los Juegos Olímpicos, millones de personas disfrutan! Pero poco más…
Renovarse o ‘morir’
El atletismo, el de la pista, el de toda la vida, el de los Juegos Olímpicos, el de Olimpia… necesita renovarse. ¿Morir? No creo que vaya a perecer; es el deporte por excelencia. Pero eso sí, si quiere crecer, ante la enorme y a la vez positiva competencia existente, necesita renovarse… Correr, saltar, lanzar… Si algo tiene el atletismo es su tradición, su historia. Sin embargo, como todo en la vida, no le vendría mal innovar (esa palabra que tan de moda está) para captar nuevos públicos. ‘Frikis’ de esto somos unos cuantos, pero no se puede pretender captar la atención de los que no lo son.
En América, que de espectáculo deportivo saben un poco, les ha dado por innovar con una prueba que yo no conocía hasta ayer. En los ‘Drake Relays’ se disputó, con atletas de gran nivel, la prueba de 4×110 metros vallas. Lo diría en dos palabras, como Jesulín de Ubrique: “Im-presionante”.
El atletismo necesita buscar espectáculo. Con pruebas así se encuentra. La gente se engancha. Es diferente, algo que sus ojos nunca han visto. Hombres saltando vallas de 1,0667 metros de altura a grandes velocidades es, cuanto menos, espectacular. El atletismo necesita acercarse al público, llamar la atención, por ejemplo, con pruebas novedosas o ‘abandonando’ el tartán de la pista para llegar a plazas de los pueblos con exhibiciones de salto de altura o lanzamiento de peso, por ejemplo, como ya se está haciendo en varios pueblos de Euskadi. O acudiendo a centros comerciales. Eso es positivo, pues la gente se vuelca con los atletas. Y estos disfrutan como auténticos enanos.
Ayer, cuando mostré la carrera de 4×110 metros vallas a amigos que poco atletismo han visto en sus vidas (me atrevo a decir que poco más que finales olímpicas), todos coincidieron al señalar que el relevo de vallas era espectacular.