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Después del paso de Ketsana: el largo camino hacia la normalidad

Por Clara Gómez, cooperante de UNICEF en Filipinas

Seis semanas después del paso del tifón Ketsana entendemos mejor el alcance de la catástrofe. El ochenta por ciento de la ciudad de Manila quedó inundada, alrededor de 900 personas han muerto y 400.000 han sido forzadas a dejar sus casas y buscar asilo en los centros de evacuación. En este tiempo, mientras el país asimilaba los efectos de las lluvias más fuertes en 40 años, otros dos tifones han pasado por el país, siendo el tifón Parma el segundo mas devastador azotando el norte del país con fuerza.

Hoy, a 16 de noviembre, muchas familias siguen viviendo en centros de evacuación. Hace una semana visité uno de estos centros, una antigua cancha de baloncesto donde viven unas 40 familias en un ambiente de calor y humedad. La mayoría de las familias todavía esperan a volver a sus casas o a que el gobierno les provea de transporte para viajar a “las provincias’ y dejar atrás la capital, Manila. A pesar de la precariedad en la que viven actualmente, muchas familias se declaran felices porque al menos han salvado la vida después de quedarse atrapados por las lluvias. Sin embargo, menos suerte han corrido los niños que han quedado huérfanos o aquellos que todavía no han encontrado a sus familias.

Ahora el problema es el riesgo de enfermedades derivadas de la falta de condiciones higiénicas adecuadas así como falta de agua potable. Como consecuencia muchos niños en los centros padecen diarrea, en especial los bebés, que quedan expuestos a sufrir deshidratación e incluso muerte por consumir agua, leche o comida que no ha sido esterilizada adecuadamente.

Por suerte hay una fórmula natural para proteger a los niños de estos peligros: la lactancia. UNICEF esta llevando a cabo campañas de educación en los centros de evacuación para que las madres amamanten a sus hijos de manera natural. Además de ser la comida más completa para ellos, es la más segura  puesto que no necesitan utilizar agua como sucede en los preparados lácteos infantiles.

UNICEF también ha organizado en estos centros espacios “amigos de la infancia” con el fin de proveer de educación y ayuda psicosocial a los menores allí refugiados. Este servicio es especialmente necesario puesto que los niños se sienten traumatizados después del paso del tifón; muchos sienten miedo cuando ven llover y tienen pesadillas frecuentes durante las noches. Como parte de la ayuda psicosocial, los trabajadores sociales organizan sesiones cada tarde para contar cuentos, dibujar, tocar instrumentos y realizar juegos en común.

Dada la magnitud de la catástrofe, la Directora Ejecutiva de UNICEF, Ann Veneman, visitó Filipinas para apoyar el programa de emergencias y realizar un llamado público para recaudar fondos para las víctimas. Hasta la fecha, con el dinero recaudado UNICEF esta distribuyendo kits familiares que contienen productos de necesidades básicas como agua, mantas, mosquiteras y colchones para las familias. También se han distribuido kits médicos para trabajadores sanitarios en las comunidades afectadas para asegurar que las familias tienen agua potable para beber y cocinar y materiales educativos. Con estas actividades UNICEF pretende llegar a más de 1 millón de personas para ayudarles a recobrar la normalidad en coordinación con los gobiernos locales y nacionales.

Todavía queda mucho trabajo por delante pero, por suerte, la estación de lluvias esta llegando a su fin y hoy, después de varios meses, el sol luce en Manila. 

solidaridad, infancia, protección

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