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Juan Carlos Hernández

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JOHNSON-LEWIS CON EL METRO EN LA MANO


 

En nuestro deporte estamos acostumbrados a medir las carreras en tiempo y los saltos y los lanzamientos en espacio. Los cinco mil metros se corren en tantos minutos, segundos y centésimas, la bola de peso alcanza tantos metros y centímetros. La excepción es el récord de la hora, que fija el tiempo y mide el espacio. Hoy me voy al otro extremo, el de los 100 metros, para jugar a algo parecido.

 


 


 

En los Mundiales de Roma’87 comenzó (que yo sepa) algo que ha seguido siendo una golosina recurrente para los amantes de la prueba de los 100 metros lisos: el desglose, cada 10 metros, de los tiempos de paso. Tienen una fiabilidad relativa, he visto versiones diferentes de las mismas carreras o errores de bulto evidentes en algunos de ellos. Pero para mí son un juguete muy entretenido y así he podido destripar y estudiar esas carreras.

 

La Historia no ha sido generosa con aquella Final de 1987. Deportivamente hablando, aquel 9”83 de Ben Johnson, que mejoraba en 10 centésimas el récord mundial de Calvin Smith, tuvo una relevancia muy superior al 9”79 de Seúl’88 porque nos hizo entender que la frontera podía alejarse de la barrera de los 10 segundos. Luego llegó el positivo de Johnson en Seúl, la anulación de su 9”79, del 9”83… pero esa es otra historia.

 

La apabullante victoria de Ben Johnson sobre Carl Lewis (que igualó la marca de Smith con 9”93) en Roma’87 comenzó a fraguarse en el instante mismo del pistoletazo de salida. Johnson reaccionó eléctricamente en 129 milésimas (109 según otras fuentes, lo que habría anulado la carrera) mientras Lewis la pifió de mala manera con 196 milésimas. Es decir, en el metro CERO Johnson aventajaba a Lewis en casi 7 centésimas de segundo (o casi nueve). Esta foto es significativa:

 


 

Volviendo al tema de los parciales cada diez metros, lamento decir que los datos que nos dieron los romanos no me sirven para este post porque hay algunos números claramente erróneos, con frenazos y acelerones imposibles que desvirtúan cualquier análisis. Así que doy un paso adelante y me sitúo en la Final de los 100 metros de los Juegos de Seúl’88, con los mismos protagonistas, Johnson y Lewis.

 

Carl Lewis llegó a Seúl con una lección muy bien aprendida: el tiempo de reacción es importante. En la Final, Lewis reaccionó en 136 milésimas. Comparando con Roma’87, seis centésimas de mejora inicial llevaron a Lewis a mejorar una sola centésima (9”92) en meta. O sea, reaccionó muy bien, mejoró su marca personal, pero corrió mucho peor.

 

Johnson, por su parte, volvió a demostrar que su arma letal no era solo la reacción (132 milésimas) sino sus primeros 10, 20 y 30 metros, donde ponía tierra de por medio con cualquiera de sus rivales. En Roma Johnson fue ganando terreno a Lewis hasta el metro 40; en Seúl hasta el metro 70. Eso sí, en ambas carreras Lewis solo pudo arañar algunos centímetros en los últimos 20 metros.

 


 


 


 


 

Y con esto llego donde yo quería. Los parciales cada diez metros no solo nos muestran la diferencia en centésimas sino que nos ofrecen la posibilidad de calcular (rudimentariamente y con algún margen de error) la diferencia en centímetros.

 

He utilizado dos sistemas de cálculo distintos. El primero de ellos aparenta ser muy fiable. Conociendo la diferencia final en centésimas y sabiendo cuánto tarda el atleta “perseguidor” en recorrer los últimos 10 metros, se calcula muy fácilmente cuántos centímetros recorre este atleta en esas centésimas de retraso. En el Johnson-Lewis de Seúl’88 tenemos 13 centésimas de diferencia; sabiendo que Lewis corrió los últimos 10 metros en 88 centésimas, vemos que la diferencia tuvo que aproximarse mucho a 147,73 centímetros.

 

Pero este sistema me genera una duda. Al querer aplicarlo a todos los parciales de diez metros sucede que si ambos atletas van a la misma velocidad y desaceleran por igual en el siguiente parcial, la regla de tres nos dice que crece la ventaja en centímetros. Imposible. Así que me he inventado una segunda fórmula de “medición”. Con el sistema anterior calculo la diferencia en el metro 30 pero aplicando la velocidad del siguiente parcial, que ya sobrepasa los 40 kms/h. Luego voy sumando o restando los centímetros de cada parcial hasta llegar a los 100 metros. Y me gustan los resultados que salen con este sistema, aunque tiene de malo que cualquier error inicial se arrastra hasta el final.

 

Como ambos sistemas son imperfectos pero las diferencias no son grandes, considero que mi juguete es válido para este juego. Y en mi juego, estos son los números que tenemos de aquella Final Olímpica de Seúl’88 que nos obligó a trasnochar con tanto gusto:

 


 

 


 

 

 

CONTINUARÁ

 

 

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