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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Castigo de Dios, efecto de la crisis? o !Esto con Franco no pasaba!

Ayer, domingo 9 de Junio, un buen grupo de personas nos quedamos sin poder realizar una preciosa excursión prevista a las montañas de Navarra por imperativos meteorológicos. Es decir, que en Lekumberri estaba todavía peor que en Donostia así que, remedando mi espíritu aventurero, me lancé a las calles –mojadas- de la city a sacar fotos y charlar un rato con los turistas despistados. (Quien me sigue sabe que es una de mis aficiones favoritas en los días lineales como el cerebro de una lagartija)

 En mi bolso (rojo) llevaba lo necesario para la ocasión: paraguas, (sin diéresis) gafas de sol –nunca se sabe- y cámara de fotos. El pelo recogido y escondido dentro de la gabardina de invierno. En los pies zapatos de pisar charcos sin resbalarse. (El perro en casa, que con lluvia no aguanta más de diez minutos en la calle, lo que tarda en “cumplir con su deber”).

 

Me acerqué pues hacia la playa de La Concha, más que nada por ver qué hacían los pobres operarios municipales que tienen que estar de guardia con la temporada playera inaugurada oficialmente. Un arenal desolado se extendía a mis pies, con su arena dura y mojada que había servido a algún espabilado para imprimir su mensaje de protesta (los hay rápidos de mente y de mano). Deambulando tristemente por ella, como amantes abandonados y abrigados hasta las cejas, “cuatro y el tambor”.

 

Pocos paseantes “de casa” –lo habitual en estos casos suele ser subir el periódico y los croissants y “acogerse a sagrado” a verlas venir- y los turistas de siempre, esas “bocanadas de autobús”, en grupo compacto como si tuvieran miedo de algo –véte tú a saber- siguiendo al paraguas guía que se mantenía impertérrito ante la lluvia o en parejas sacándose de a uno fotos con “el marco” de incomparable color panza de burro detrás.

 

Es algo que me encanta hacer: ofrecerme a fotografiarles a los dos JUNTOS; y hay quien lo agradece y acepta a la primera, aunque otros hay también que me miran dubitativos, pensando si voy a echar a correr en cuanto dejen en mis manos su teléfono móvil o su cámara de fotos. (Éstos no interesan, no dan juego). Son las personas confiadas y amables de las que puedo aprender cosas; de los que desconfían por principio… ¿qué se puede aprender como no sea a no ser como ellos?

 

Un matrimonio salmantino en la cincuentena se quejaba amargamente del dinero invertido –de antemano- en el hotel y del gasto en cine –viernes y sábado-, en el Museo (¿pero sólo hay uno?), en el Aquarium y en los menús de 25€ por persona. A Igueldo no habían subido a pesar del reclamo del funicular rojo…!por lo menos se habían ahorrado algo, ellos que pensaban pasar unos días dando plácidos paseos y disfrutando de las bellezas de la ciudad! Ella –y lo decía en serio- apuntó que seguramente sería esto del mal tiempo “castigo de Dios” por tener un Gobierno como el que tenemos. (No sé si la señora estaba muy ducha en política territorial o es que se hacía la ignorante/graciosilla). Su marido apuntó que: “con Franco esto no pasaba” y entonces me eché a reir y reimos los tres…por no llorar, claro.

 

Más enjundiosa fue la charla con un matrimonio alemán –de unos sesenta- a los que deseé “Buen Camino” al cruzarme con ellos por el puerto y ver sus mochilazas coronadas con las conchas de peregrino. Paramos un ratito a tomar un café –no me dejaron invitarles- en un bar de lo viejo y me contaban que venían desde Francia, por las Landas, con tan mal tiempo que no habían podido terminar ninguna etapa sin “hacer trampas”, es decir, acortar distancia en bus o tren. No se les antojaba amable subir a Igeldo, bajar hasta Orio y continuar hasta Zarautz por el monte; Ulía desde Pasajes les había dejado “como alubias mojadas”. ¡Adoro a esta gente que no mira la edad sino la ilusión y las ganas para emprender gestas!

 

Anduve sacando muchas fotos y en una de éstas, una mujer como de mi edad –es decir, de cincuenta pero sin aparentarlos- me sonrió mientras me decía: “¿Quieres que te saque una foto ya que vas sola?” Y me hizo posar junto al Atlético, con Igueldo entre la niebla al fondo, para explicarme después, muy amablemente, que el mal tiempo que padecíamos en esta parte del país era también consecuencia de la crisis, que ya puestos a robar hasta la primavera nos habían birlado… Me preguntó que de dónde era –me tomó por foránea- y cuando le dije que de “al lado de Bilbao”, contestó: “yo, también” y entre risas nos fuimos a dar juntas la vuelta al Paseo Nuevo. Más que nada por hacerle frente al viento con un punto de apoyo…

 Así que lo dicho: al mal tiempo buena cara y el que pueda adelantar las vacaciones y marcharse a algún sitio donde no haya tantas nubes…que lo haga ahora….o deje de quejarse.

 En fin.

 LaAlquimista

 Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 Fotos: Cecilia Casado 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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