>

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Se puede fumar “porros” en la terraza de un bar?

 

Pues por supuesto que no. Tal y como está la Ley hoy en día no se puede fumar ningún tipo de sustancia ilegal en ningún sitio. Ni sentado en un banco del parque ni de pie en un corrillo entre coleguis. Otra cosa es que alguien con espírtu torquemadiano se mosquee, presente una denuncia y lleguen los municipales a que se rían de ellos a la cara.

Pero vamos por partes.

Resulta que había cerca de mi casa un bar de esos de los “de toda la vida” con una terracita apetecible por el sol que recibía y por estar situado lejos de la bullanga del parque infantil. Un sitio perfecto para leer tranquilamente la prensa mientras la espuma de la cerveza va decantándose al mismo ritmo pausado. Un lugar amable para las gentes amables de los alrededores, ese sitio que, cuando lo ves, dices: “anda, vamos a tomar algo aquí que os invito yo”.

Pero como la dicha no puede durar siempre, hace cosa de un par de años, este bar tranquilo también fue descubierto por un grupo de personas del sexo masculino, de edades comprendidas entre los treinta y los cuarenta y fumadores compulsivos de “porros”. Empezaron a venir discretamente, de dos en dos y con el perro; se apalancaban detrás de un café al filo del mediodía y detrás de una caña a la hora en que acaba la siesta y poco a poco se fueron adueñando de las mesas de la terracita, haciendo grupo, trayendo sillas de otras mesas y, acabando por alejar a la parroquia original del bar que, empezó a sentirse molesta por la “fumata” que se organizaba alrededor.

A mí no me molesta el humo de un cigarrillo de marihuana o de hachis; me fumé unos cuantos en el siglo pasado. Pero sí me puede llegar a molestar estar “todo el rato” respirando efluvios que, al fin y a la postre, me dejan un poco mirando para Tudela. El dueño del bar miraba sin decir nada y al dueño del bar le mirábamos los demás clientes también sin decirle nada a él.

Un buen día, amparada en la confianza que creí me proporcionaba el hecho de haber tomado en su establecimiento cientos de cafés y cientos de cañas, le cogí por banda y le pregunté si era consciente de que estaba perdiendo la clientela habitual “de toda la vida” a cambio de convertirse su bar/cafetería en un reducto exclusivo de los “pasotas del barrio” y sus porros. Me contestó que él tonto no era, pero que a ver quién era el guapo que se atrevía a decirles nada, que igual luego se metían con él. Que ya había preguntado en la Policía Municipal y que le habían contestado que eso estaba ABSOLUTAMENTE PROHIBIDO –(´”eso” era lo de fumar porros en la vía pública) que les podía aplicar el famoso “Reservado el Derecho de Admisión” y que si quería poner una denuncia ellos mismos vendrían –los municipales- y los echarían de allí.  Los dueños del bar, una pareja mayor, tranquilos y con poco fuste aparente, lo dejaron estar y aprovechando que estarían hartos de trabajar toda la vida, traspasaron el bar.

Y los nuevos dueños le han dado un cambio de imagen estupendo: moderno, acogedor en su interior renovado, cómodo para hacer tertulias, con una barra de pinchos buenísima y novedosa y toda la ilusión de un nuevo proyecto empresarial que, en estos tiempos que corren, hay que quitarse el sombrero ante esta gente joven con tantas ganas, ímpetu y coraje.

La primera semana después de la apertura del nuevo bar/cafetería, todo el barrio comentaba la jugada. Estaremos en crisis, pero nos gusta muchísimo potear con buenos pintxos y si saben preparar buenos tragos –que en el bar anterior no sabían-, mejor que mejor.

Un par de días de sol han servido para dar empuje inicial al nuevo negocio y el buen hacer del personal lo remata dignamente.

Pero ya han vuelto. Ausentes mientras se llevó a cabo el cambio, debieron de observar si, con la nueva imagen, ellos podrían volver a usar el bar como “campamento base”. Y parece que han decidido que sí, que sí pueden sentarse en la terraza de un establecimiento público, día tras día, y ponerse a liar canutos y a fumarlos a la vista de todo el público y lo que es peor –o mejor según lo miren algunos- a compartir su nube de humo con todo aquel al que se le ocurra asomar la nariz por la esquina.

¿Se atreverán los nuevos dueños a explicarles que si la terraza está llena de humo de marihuana la gente a la que no le gusta “ese” humo no va a ir a consumir en su negocio? ¿Cómo acabará esta historia, como acabó la anterior, con un bar obsoleto donde ya casi nadie ponía los pies como no fuera en día de partido?

 En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


junio 2013
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930