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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Quieres tener cáncer de piel? !Aún estás a tiempo!

 

La doctora que lleva seis años ayudándome con sus sabios consejos a no desarrollar el cáncer de piel que estuvo llamando insistentemente a mi puerta disfrazado de queratosis actínica, es tajante e intransigente: “si vas a la playa, que sea con burka”. Es decir, nunca jamás volver a tumbarme a tomar el sol en ningún lado. Ni con protección 50+ (la más alta que existe en farmacología) ni con sombrilla con pamela incorporada. Cuando el ADN se descompone por exceso de radiación solar es para toda la vida. De hecho, la dermatóloga especializada en oncología insiste: “En esta zona del planeta, si no muriéramos de otras cosas, moriríamos de cáncer de piel por el exceso de exposición al sol”.

Este es un post que escribo cada año contando mi propia experiencia y sabiendo de antemano que las ajenas no son más que para pasar el rato leyéndolas o comentándolas, que son cosas que “les pasan a los demás” y a las que nosotros permanecemos inmunes. Pues no. Eso es completamente incierto. Cuando cometemos errores o imprudencias todos estamos jugando con muchos boletos para que nos toque lo que sea que nos tiene que tocar y no es porque sea la Ley de Murphy sino porque es la lógica de Descartes que es mucho más terrible (y temible).

El placer que da el calorcito del sol lo necesitamos todos los humanos; de una manera o de otra accedemos a él, bien en vacaciones tumbándonos en la arena como lagartos (mal símil porque estos se esconden del calor entre las piedras) o en la terracita de cualquier bar, desdeñando la acción protectora de la sombrilla publicitaria. El caso no es cargarnos las baterías con su calor, sino quemar nuestra piel para ESTAR MORENOS. Es lo único que importa: tener “bonito color” de piel, “ligar bronce”. Al precio que sea.

Bueno, si es por precio yo ya he pagado el mío, que después de cincuenta años “vuelta y vuelta” en la playa –eso sí usando cremas de las más caras y con factor de protección 30- conseguí que mi piel empezará a protestar con una “manchita” en la cara que no parecía gran cosa pero que era la espoleta de un posible y futurible melanoma. Tuve la suerte de acudir pronto al oncológico y que me dieran un tratamiento tópico con una crema –carísima por cierto- y que me salvó por chiripa de…otro tratamiento más agresivo. Tan feliz estaba yo que quizás me descuidé un poco y al año siguiente ya tenía otra mancha en la pierna. Esta vez, biopsia directa y sin preámbulos porque ya llovía sobre mojado. Dos veces salvada por la campana, DOS.

Así que… ¿Qué hice? Pues dejar de tumbarme al sol en ninguna parte, dejar de pasear en traje de baño por la orilla del mar, bañarme con camiseta protectora y con gafas de sol en vez de gafas de bucear; es decir, entrar y salir del agua como un polluelo y correr a vestirme y quedarme con la pamela debajo de la sombrilla tapada como una monja o como una mujer árabe. Y embadurnada de crema protectora en verano…!y en otoño, invierno y primavera!

¡Pues vaya gracia, pues vaya asco de verano…! Así pensaba yo, así me lo hacían sentir quienes a mi lado estaban… pero duraron un asalto los pensamientos negativos. Se trataba de darle la vuelta al asunto, hacer un poquito de “alquimia emocional” y superar el problema con una actitud positiva e inteligente.

He descubierto que hay muchísimas personas que no venden su alma al diablo por el sol sino por una buena sombra –y si es con cervecita añadida mejor que mejor. Descubrir el placer de parques y jardines con árboles que refrescan el ambiente y acompañan un buen paseo o una mejor lectura. Pasear por el bosque en su apogeo exultante y natural, descubrir que hay otra forma diferente de lograr placeres veraniegos además de estar como sardinas en lata en una arena pringosa y olorosa además de ruidosa.

Voy a la playa a primerísima hora de la mañana disfrutando dei maravilloso placer de pasear con las olas besando mis pies sin necesidad de ponerme en bikini –más protección-; cuando estoy cansada de andar y de respirar salitre me doy un baño gozoso –con camiseta- nadando sin tropezarme con piernas ajenas ni porquerías comunitarias. Y cuando empieza a llegar la marabunta recién desayunada con su parafernalia impresentable de tumbonas, sombrillas, neveras, toallas y niños asilvestrados, me abro paso en dirección contraria, simplemente huyendo.

Este plan es válido también para última hora de la tarde, pero con el inconveniente de que la arena presenta un aspecto sucio, muy sucio. Y el agua, ni te cuento…

Quiero vivir hasta los cien años, aunque no sea más que por fastidiar… y la Parca que ha diseñado el cáncer de piel no tiene nada que hacer conmigo porque he decidido morir de vieja y de pura vejez. (Espero, no obstante, que no me atropelle un camión)

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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