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Cecilia Casado

A partir de los 50

Crecimiento personal. “No al chantaje emocional”

 

El truco infalible del chantaje emocional está comúnmente extendido por todas las culturas y es harto conocido –y utilizado- en las relaciones afectivas. Bien dentro del seno de la propia familia –lo más habitual a la vez que terrible-, bien en la pareja.

El chantaje emocional consiste en hacer que alguien se sienta “culpable” si no se comporta según los dictados de la persona demandante. Algo tan sencillo como ir marcando pautas de comportamiento sin considerar la realidad del otro.

Pero no voy a hablar de cómo identificar esta terrible herramienta de esclavitud emocional ni de cómo luchar contra ella. Ni tan siquiera diré una palabra más acerca de las mil y un maneras que existen –según los libros de autoayuda que escriben y venden los que saben más que yo- de sustraerse a su influjo o protegerse de su alcance.

Lo que yo quiero, lo que yo necesito, es hablar del chantaje emocional que NOSOTROS HACEMOS, no del que nos hacen los demás.

¿Cómo? ¿Qué nosotros no nos comportamos de esa vil manera? ¿Qué somos víctimas y nunca verdugos? Pues ya me está entrando la duda de que alguien –a menos que sea un santo con halo y todo- no haya caído alguna vez (aunque sea unas pocas) en la tentación de utilizar esa bala explosiva y silenciosa para “doblegar al enemigo”.

Hablaré por mí, de cosas que yo he hecho y que he visto hacer alrededor. Pero, insisto, desde la óptica del que blande la espada, no del que se defiende con el escudo.

Desde mi posición de madre de dos hijas –maravillosas sin lugar a dudas- tengo mucho que contar al respecto, aunque no es predio exclusivo de las madres y del hogar familiar, la utilización de esta arma. También he sido esposa –más de una vez- y he lanzado invectivas chantajistas contra mi estupefacto marido.

Voy a identificar aquí las formas más habituales que se pueden dar en el chantaje emocional, (existirán muchas más, por descontado) por si a alguien le sirve para no caer en ellas. Lamentablemente pongo los ejemplos en femenino por ser este tipo de chantaje mucho más utilizado por la mujer que por el hombre. O eso he visto.

La más utilizada suele ser la de poner la salud –física y mental- como excusa para conseguir del otro lo que se quiere. Es decir, “me encuentro mal, estoy enferma” y así se recaba toda la atención posible. Esto es terrible porque se puede llevar hasta el extremo de condicionar a la otra persona para que desarrolle su vida en libertad. Si yo le digo a mi esposo (hipotético) o a una hija (real) que tengo miedo a quedarme sola porque “no me encuentro bien” (siendo este malestar falso e inventado) conseguiré –casi con toda seguridad- que la otra persona se sienta culpable de: salir con los amigos, irse de vacaciones, hacer un viaje, acudir a una fiesta o, simplemente, dejarme sola en casa, “abandonada”. ¡Qué actitud aprendida, heredada, estudiada y habitual en las familias!

Y no digamos nada de cuando se quiere retener a quien ya no nos ama como nosotros quisiéramos que nos amase. Es TAN grande la fuerza del chantaje emocional que, por ejemplo, una mujer puede enfermar “de verdad” para retener a su lado al hombre que la quiere dejar. ¡A ver quién es el guapo que se va cerrando la puerta por fuera y dejando en casa a una pobre “mártir” sufriente y sola!

Y se dice…”No pasa nada, vete, vete, que ya me encuentro mejor” y se piensa: “¡Qué mal estoy yo y qué poco me cuidas tú!”

Y se dice: “Vete tranquilo que ya me apañaré yo”, cuando lo que se quiere decir es: “¡Qué bien vives olvidándote de mis penas y cuitas!”

Y se insiste: “Si tienes que ir, yo lo comprendo, por supuesto” pero el mensaje es: “¿Cómo puedes divertirte sabiendo lo que yo sufro?”

Para terminar con: “Es lo que hay, lo comprendo”, pero por dentro hay un grito que dice: “¿No te da vergüenza comportarte de esta manera después de lo que yo he hecho por ti?”

Y cuando vuelva la persona encadenada, se encontrará con que el chantajista o la chantajista: no ha comido en todo el día, parece a punto de morirse, se ha mareado, le ha subido la fiebre, tiene un ataque de histeria o de depresión o, simplemente, se queda en silencio escupiendo mudos reproches encima del chantajeado.

Este sencillo y claro ejemplo no limita las posibilidades del chantaje emocional que pueden extenderse tanto como uno quiera. ¿No dicen que en el amor “todo vale”? Y yo digo que los opresores dejarían de existir si los oprimidos se rebelasen…

Estas “habilidades” se usan queriendo o sin querer; con plena consciencia de lo que se hace o sibilina o automáticamente. Casi siempre es algo “aprendido y cultural”. Pero si nos hemos identificado de alguna manera con la situación…más vale hacer un repaso a la conciencia y ver si podemos arreglar algo en la casa interior.

Porque antes de limpiar el umbral del vecino tengo que limpiar el mío.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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