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Cecilia Casado

A partir de los 50

“La letra con sangre entra”

  

A pesar del estremecedor fondo de este aforismo, hay toda una generación (o dos) que crecimos bajo el amparo de pequeñas truculencias didácticas como ésta. Y, sinceramente, yo creía que la escuela, la familia y la sociedad había “mejorado” un poco en el difícil tema de educar a sus hijos presentes. Vamos, que estaba convencida de que, una inevitable evolución, haría que los infantes del año 2013 fueran educados “mejor” que los de mediados del siglo XX, pero empiezo a intuir que puedo estar equivocada, es más, que seguramente estoy equivocada.

¿Qué me hace pensar así? Detalles tan relevantes como el hecho de haber visto, hace menos de una semana, en primera línea de playa, a una criatura de unos dos años, en brazos de su padre, profiriendo unos alaridos espeluznantes porque el progenitor se EMPEÑABA en meter en el agua al tierno infante. Es decir, que cuando un padre (o una madre) decide que el bebé se mete en el mar, se mete y punto. Luego, claro está, vendrá la fobia de la criatura al agua y a las olas durante el resto de su vida hasta que alguien con dos dedos de frente le explique –y ya para qué- que el episodio infantil le ha producido un trauma para los restos.

¿Cuántas cosas nos habrán metido en la cabeza durante la infancia con el machamartillo de la estopa? ¿Alguien dejó de escuchar alguna vez eso tan horrible de que “la letra con sangre entra” para explicar que, aunque con dolor, hemos venido a este mundo a aprender a palos reales?

Recuerdo –ahora que saco el tema- los castigos que me “ganaba” en el colegio de monjas a mis diez, once años. Eran humillantes y desesperantes: en lo físico y en lo moral. Desde golpes en las manos con reglas y “txaskas”, hasta privación de la libertad en el tiempo libre y las horas de ocio. Había que aprender con los métodos expeditivos de la época, de acuerdo con la moral imperante y según unas normas que… ¿están ya obsoletas?

Curiosamente –muy curiosamente-la moral pública y colectiva no ha evolucionado (en general) a la misma velocidad que la privada. Es decir, un maestro perderá ahora su puesto de trabajo como le ponga un dedo encima a un alumno, pero… ¿y en casa? ¿Se le puede denunciar a un padre por dar palizas a su hijo a puerta cerrada? Poder, lo que se dice poder, claro que se puede, pero… ¿no servirá acaso para empeorar la situación de esa criatura indefensa?

Los niños de hoy crecen rodeados de una violencia consustancial a su propio desarrollo: en la televisión, los video-juegos o en la cocina de su casa o en el patio del colegio- los críos se siguen arreando de lo lindo unos a otros…y seguro que es porque lo ven y lo consideran “normal”.

Ese mismo padre emperrado en meter a su hijo pequeño en el mar le zarandeará inmisericordemente para que deje de llorar y de gritar –ante la situación que él mismo ha creado- y entonces es cuando aparece la madre (o el abuelo) y se pone de parte del crío y ya está liada entre los adultos también.

Es como un bucle interminable o una pesadillesca escalera de un cuadro de Sacher; probablemente ese adulto, a su vez, ha recibido lo suyo en su infancia y el padre “cobró” del abuelo y así se puede seguir reproduciendo el esquema hasta que ya no quede nadie para desgarrarse las vestiduras.

Porque frente a ese terrible “la letra con sangre entra”, está el “todo vale y hay que ser permisivo” de los otros padres que no quieren que sus hijos sufran lo que ellos sufrieron, ni traumas futuros y, entre unos y otros, los chavalillos van a acabar jugando solamente en dos equipos: los que reparten estopa y los que la reciben. Es decir, como siempre ha sido desde que el mundo es mundo.

En fin.

http://www.periodistadigital.com/opinion/cultura/2009/09/27/quien-dijo-la-letra-con-sangre-entra.shtml 

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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