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Cecilia Casado

A partir de los 50

Crecimiento personal. “El bloqueo mental”

 

A veces la vida nos pone contra las cuerdas. Es entonces cuando el ser humano tiene que dar lo mejor de sí mismo y rendir cuentas de todos los privilegios de los que ha sido depositario como “ser superior”. Situaciones en las que hay que “batirse el cobre” de una u otra manera, para uno mismo o para los demás, pero ante las que uno no puede mantenerse indiferente.

Problemas acuciantes, de esos que no pueden dejarse para otro día porque ya se sabe que, cuanto más tiempo pase, peor y más difícil será la solución. Esos chirridos internos que quitan el sueño, que provocan ansiedad, que llevan –incluso- al paciente (que padece) a la consulta del médico pidiendo ayuda, alivio, lo que sea…

Tomar decisiones es una tarea ardua y muchas veces dolorosa. Enfrentarse a la realidad, sin maquillaje ni florituras que la adornen, es un ejercicio de valentía que no todas las personas están por la labor de acometer. Para ello, para hacer un “pase torero” y dejar de lado el trabajo de asumirse en lo real y profundo está el llamado “bloqueo mental”.

Uno se“bloquea mentalmente” a fuerza de darle vueltas a la cabeza intentando buscar una solución alternativa a la que realmente es la solución perfecta, pero, PERO, que es costosa, difícil e incluso dolorosa. Es decir, -y esto es un ejemplo- si una relación de pareja no funciona hay que decidir entre arreglarla o tirarla a la basura. Y es entonces cuando se comprueba que cualquiera de las soluciones al problema supondría un esfuerzo titánico. La primera por lo que implica de ceder, contemporizar, analizar, asumir, perdonar y perdonarse. La segunda porque da miedo quedarse solo ante uno mismo. Así que, los más listos, -o los más cobardes- optan por el “bloqueo mental” y se quedan como el disco dvd cuando el lector no tira ni para adelante ni para atrás, en imagen fija y pixelada.

El bloqueo mental no es la solución sino la excusa para no llevar a cabo el TRABAJO que implica esa misma solución. Ataca, habitualmente, a personas que prefieren seguir chapoteando en su propia infelicidad antes que dar el paso al frente que les ponga en el bando de los valientes, aunque las victorias –desgraciadamente- sean muchas veces victorias pírricas.

Y cuando uno no puede hacerlo solo hay que buscar y pedir ayuda. Es ahí donde nos duele a todos. ¿Buscar ayuda? ¿Contar los problemas? ¿Volverse vulnerable? Y que no hablen ya de ayuda profesional porque eso es “lo último”.

¿Acaso cuando nuestro coche hace un ruido persistente, incómodo y que se nos antoja peligroso, cuando vibra la dirección o el freno chirría no lo llevamos corriendo al taller? Lo hacemos porque valoramos nuestra integridad física –y la de los que con nosotros viajan. Por qué entonces, cuando tenemos un auténtico problema de personalidad, de relación, físico incluso, ¿no acudimos raudos y veloces donde el “mecánico” de turno?

Personas hay –y no pocas- que padeciendo un mal físico, no van al médico (o sanador alternativo) porque…”les da pereza”, aunque en realidad es que tienen miedo a enfrentarse a un posible diagnóstico desfavorable. Esas manchas en la piel que se van haciendo un poquito más grandes, esa tos que ataca de vez en cuando y que parecen estertores, esa muela que sólo duele una vez al mes, la disfunción al comer, al dormir, al tener sexo…

Personas hay –y no pocas- que se quejan de estar inmersas en una situación agobiante y desagradable; familiar, laboral o personal y cuando les dices que por qué no prueban a tomar las riendas y poner las cosas en su sitio, es decir, enfrentarse realmente a esa gorgona que les estrangula…se bloquean mentalmente y así zanjan el tema de forma taxativa.

Y callan la boca al interlocutor mostrándoles ese “bloqueo mental” que es un escudo duro por fuera y blando por dentro que no sirve más que para engañarse a uno mismo durante media hora mal medida.

En fin.

LaAlquimista

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* “Madonna”. Edvard Munch

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


septiembre 2013
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