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Cecilia Casado

A partir de los 50

Voy demasiado deprisa, tengo que parar…

 

La disciplina me ha salvado siempre del caos y del aburrimiento. Una disciplina auto-impuesta, hecha a medida de mis posibilidades, pero disciplina al fin y al cabo. Desde que dejé de formar parte de la población activa laboral a cambio de un sueldo, no he dejado de trabajar. Porque trabajo es para mí escribir este blog cada mañana antes de que amanezca para que esté crujiente en la pantalla del ordenador cuando lo leáis vosotros. Aunque debo aclarar que este “trabajo” no está remunerado; no vayamos a liarla equivocando conceptos…

Para no quedarme mirando a las musarañas sin saber en qué emplear mi tiempo –no me refiero al tiempo libre, sino a TODAS las horas del día- es por lo que dejo que mi reloj biológico siga despertándome a las siete menos veinte de la mañana y me pongo las pilas encarando la jornada como una persona normal más. Aunque esté prejubilada, eso no quiere decir que no sienta la necesidad moral de contribuir al desarrollo y marcha de la humanidad, signifique esto lo que signifique…

Después de escribir el post diario, amparada en el té Earl Grey que tanto me tonifica, dedico las dos siguientes horas a contestar la correspondencia que recibo a través del blog con el paréntesis necesario para sacar a Elur a la calle. En cuanto termino, me pongo el equipo de “apatrullar la ciudad” o el equipo de “andar por el bosquecillo” –se diferencian únicamente en los bastones del segundo-  y me voy a quemar las energías (y las grasas) que me sobran. Cuando vuelvo a casa, bien entrada la mañana, y previo paso por el colmado de la esquina, me meto en la cocina o miro a la lavadora girando en su aburrimiento rotatorio.

Vuelvo a encender el ordenador, miro si hay comentarios en el blog, contesto alguno sobre la marcha, procuro que no se me queme el sofrito, atiendo al teléfono fijo y al teléfono móvil, me tomo otro té, me ducho por segunda vez, me pongo guapa y me voy a pasear a Elur hasta la hora de comer. Un derroche de energía para una mujer de mi edad…

Voy demasiado deprisa y este ritmo me está pasando factura. Mi mente no se permite descansar más que cuando le doy permiso para ello y no estoy de acuerdo conmigo misma; voy demasiado deprisa, tengo que parar…

Quiero permitirme mirar con calma el nuevo día que empieza, sin prisas, sin agobios, sin la “obligación” de escribir, publicar, leer, responder… Y como únicamente en mi mano está el hacerlo, lo voy a hacer.

A partir de la semana que viene publicaré en el blog cada dos días –o así-; un descanso para quien escribe y otro para quien lee. Me convenzo a mí misma de que puedo hacerlo, de que tengo derecho a hacerlo, a reducir mi velocidad de crucero, a ir más tranquila por mi vida de prejubilada, que nadie me obliga, que el mundo no se para porque yo me relaje, que mi “trabajo” no es tan importante…

¡Cuántas personas seremos en parecidas circunstancias…! Acometiendo labores que tan sólo nosotras nos imponemos, realizando tareas que nadie nos ha pedido que llevemos a cabo, pero que –de alguna manera- hemos sentido que debíamos hacer… ¡Y no es así, en absoluto!

Diremos –siempre lo decimos- que “esto lo hago porque quiero, no porque nadie me lo imponga”, pero también deberíamos reflexionar acerca de si esa “obligación” nos coloca en un camino tranquilo y confortable o, por el contrario, nos arroja a una autopista donde hay que estar esquivando…”otros vehículos” para no chocar con ellos.

He tomado esta decisión esta misma mañana, al filo de las siete en punto, cuando me he dado cuenta de que el post de ayer, (Crecimiento personal “La trampa de las expectativas”) tiene todavía media docena larga de comentarios por responder debido a la profundidad del mismo. Yo también necesito tiempo para “digerir” lo que quienes se toman el trabajo de comentar nos aportan con sus palabras y reflexiones.

Así, que lo dicho: reduciremos la cantidad e intentaremos –entre todos- mejorar la calidad.

Quedo agradecida –con la expectativa de la comprensión incluida- y mucho más relajada y tranquila.

En fin.

Feliz día viernes a todos.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


septiembre 2013
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