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Cecilia Casado

A partir de los 50

Una vida sin pre-ocupaciones

 

Cansada de no saber cómo contestar a la pregunta –tantas veces retórica- del “hola, ¿cómo estás?” con la que aderezamos los saludos amistosos y sociales, he rebuscado en mi “cajón de las respuestas” hasta encontrar la que más sucintamente resume mi situación anímica en los últimos meses: –“Sin preocupaciones”, respondo sonriente, y añado, – “¿Y tú…?

Es que no se puede prensar en treinta segundos todo lo que a uno le ha pasado en las últimas semanas, ni hacer de la sinopsis de tu vida un remedo de las críticas del Sr. Boyero (Presuntamente aburrida. Extrañamente divertida. Una pérdida de tiempo. Etc.) Tampoco le vamos a “dar la chapa” al interlocutor de turno contándole las mil y un vicisitudes de nuestro perro, la pelea con el operador de telefonía, la decepción con el último presunto amante…

Así que he decidido sintetizar. “Sin preocupaciones”. Bien entendido que esto no quiere decir que no tenga problemas sino que no me preocupo de mis problemas más que cuando tengo que OCUPARME de ellos. Es decir, el truco está en el “pre” de “preocuparse”.

¡Cuánto tiempo y energía perdidos en darle vueltas a la cabeza a algo que todavía no ha ocurrido y que quizás nunca llegue a ocurrir pero que nosotros tememos que ocurra! Y así se pierde el sueño por el miedo a perder algo, a ganar algo, a que alguien se vaya o alguien llame a la puerta, a que nos rebajen un 10% o nos suban un 0,25%.

Dándole vueltas a la cabeza sobre todo lo malo que puede llegar a ocurrirnos no solucionamos ningún problema sino que nos sumergimos en el pantano de las preocupaciones para así tener tema de conversación con los demás y con nosotros mismos.

Y cuando digo que voy bien, que mi vida va “sin preocupaciones” muchas veces me miran como si fuera una persona superficial o que no tengo los pies en el suelo o que no veo la televisión –que no la veo- o no me entero de lo que está pasando en el mundo –que sí me entero. Pero la única diferencia es que he tomado la decisión de dejar de pensar en todo lo malo que puede llegarme a ocurrir y pensar únicamente en todo lo bueno que me está ocurriendo.

No me quiero pre-ocupar del bienestar y futuro de mis hijas: ya se ocupan ellas de sus propias vidas. No me quiero pre-ocupar de qué será de mí cuando alcance –si la alcanzo- la vejez y la decrepitud se instale en mí: ya me ocuparé de vivir el futuro cuando el calendario marque la fecha adecuada. Me niego a pre-ocuparme de todas las cosas raras y extrañas que hacen los demás: que asuman ellos la responsabilidad de sus actos.

El no tener preocupaciones no me da más ingresos a fin de mes ni me quita el dolor de lumbago de fin de temporada; tampoco me calienta la cama en invierno ni llena mi despensa de cosas sabrosas…pero me hace sentir tranquila, dormir bien –aunque poco- y sentir cada mañana que tengo ante mí un nuevo día en el que tan sólo voy a OCUPARME de lo que me toca sin preocuparme de nada más.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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