Comerse un rosco | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

Comerse un rosco

 

Lo de que el día 6 de Enero haya que tomar de postre un bizcocho perlado de frutas secas y relleno de nata o crema pastelera como si fuera el non plus ultra de las delicatessen dulces es una más de las tantas costumbres que no valen dos pesetas pero que todo hijo de vecino respeta como si le fuera la vida en ello.

-¿Cómo? –te dicen mirándote como si fueras marciana- ¿Que no vas a comer rosco el día de Reyes…? Y tú te quedas así como con cara de que te han pillado robándole a Hacienda y se te seca la boca y las excusas y justificaciones se aturullan en el camino que va del cerebro hacia más abajo y piensas que igual estás equivocada, que negarse a comer una porquería de masa industrial, congelada la mayoría de las veces, fabricada a gran escala en un pueblo de la provincia de Salamanca y que contiene grasa animal diversa además de un montón de añadidos presuntamente cancerígenos, es una manía de las tuyas, de ésas que te hacen “rarita” del resto de los mortales.

El Rosco de Reyes “de toda la vida” está difunto. Y huele mal además. Pero nos da lo mismo porque nos retrotrae a aquellos tiempos en los que los pasteleros de raigambre escondían en su interior una pequeña alhaja para promover las ventas y hacerse famosos (me acuerdo de una pastelería del barrio de Gros); el roscón del día 6 de Enero venía glaseado por la mirada inocente de cuando éramos niños y creíamos que la vida era estupenda, divertida y llena de juguetes.

Luego pasó lo que pasó y nos despertamos del sueño infantil con mucha brusquedad, algunos con tanta que dejaron de creer en cualquier tipo de utopía y hasta se negaron a comer un trozo de bizcocho reseco el día 6 de Enero. Pero todo tiene arreglo (menos la muerte) si somos capaces de buscárselo.

En realidad a mí los bizcochos me ponen poco excepto que estén bien borrachos y vayan acompañados de una buena compañía. Es decir: que comerse un rosco sigue siendo uno de los pequeños y exquisitos placeres que nos pueden quedar a quienes ya tenemos muy claro que la vida no te ofrece nada más que lo que uno es capaz de agenciarse por sí mismo.

Hoy es día de Reyes y no voy a celebrarlo porque soy bien republicana, pero como está en rojo en el calendario voy a ver si le hago un pequeño guiño a la rutina y…me como un rosco para celebrar que todavía tengo ganas de darme un pequeño gusto. Aunque al día siguiente me sienta fatal por haberme comido algo que mi estómago o mi ánimo no es capaz de digerir sin sobresaltos.

Por lo demás, a todos aquellos que habéis gastado los dineros en ofrecer presentes a vuestros seres queridos con la excusa de Papá Noel, Olentzero, Santa Claus o similares y todavía sois capaces de gastar más dinero en seguir regalando cosas el día de los Reyes Magos, a todos vosotros, digo, os hago un gesto de quitarme el sombrero con media reverencia incluida… y os deseo que esa dulce inocencia os dure por lo menos hasta Semana Santa.

Todo sea por mantener las tradiciones, no ser un tacaño y celebrar que seguimos vivos y coleando aunque todo o casi todo esté derrumbándose a nuestro alrededor.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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