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Cecilia Casado

A partir de los 50

¡Ya está bien de comilonas!

 

El título del post de hoy puede que desoriente a todo aquel que no sea –como yo- donostiarra. ¿Comilonas? ¡Si ya han pasado las navidades…! Pero el caso es que hoy es 19 de Enero, víspera de San Sebastián, la fiesta grande de la ciudad con tamborradas y todo eso y, claro, hay que cenar esta noche como si nos fuera la vida en ello y comer mañana hasta llegar al límite exacto de lo impolíticamente correcto.

No tenemos remedio. Por mucho que hablemos y digamos y hagamos propósitos de enmienda, aunque reflexionemos seriamente ante una taza de té y las amigas acerca del despropósito que significa para cualquier persona con dos dedos de frente seguir comiendo como auténticos gargantúas en cualquier fecha roja en el calendario, entre esta noche y mañana, se va a ir por el desagüe una buena parte del presupuesto del mes de enero y casi la totalidad de los propósitos de hacer dieta.

Que sí, que sí, que hay que celebrar y bla bla, faltaría más, que para dos días que vamos a vivir no vamos a pasarlos a base de caldo, pechuga a la plancha y yogur (ya quisieran muchos), que “lo nuestro” es la cultura gastronómica o por lo menos “comer mucho” que para eso somos vascos y sacerdotes y sacerdotisas del buen yantar. En fin.

En realidad a mí todo me parece muy bien siempre que luego la gente no se queje. A mí me da exactamente igual que esta noche se tire la casa por la ventana en cenas en sociedades, restaurantes y comedores privados; lo que me molesta bastante es tener que aguantar la cara de estreñidos que tendrán unos cuantos a partir del jueves quejándose de los excesos, del gasto, del desparrame general con la excusa de la tamborrada.

¿Qué hacer entonces, encerrarse en casa y tapiar las ventanas?

Cualquier extremo está en el punto exacto por donde se pierde el equilibrio, así que no me gustan. Soy de ésas en cuya casa nunca hay “sobras” porque no pretendo satisfacer mis carencias de ningún tipo abarrotando la mesa de viandas innecesarias. Me gusta lo bueno y me gusta con medida, con “mi” medida que, curiosamente, resulta ser la medida de casi todo mi entorno, es decir, que cuando hablamos del tema todos estamos de acuerdo en que “nos pasamos siete pueblos” comiendo y bebiendo, pero que, ya sabes, qué le vamos a hacer, es la costumbre, la tradición, no queda otra y…vuelta a cometer el mismo error.

Cada vez siento más vergüenza de comer tanto y tanto. Recuerdo de pequeñita que si no quería terminarme los garbanzos –un suponer- mi abuela me decía: “piensa en los pobrecitos niños de Africa que no tienen qué comer” y a mí me daban tanta pena aquellos niños hambrientos a los que no era capaz de imaginarme porque no había televisión que mostrara escenas truculentas, que me acababa el potaje sin poner cara de asco, por pura solidaridad.

Cada vez siento más vergüenza de gastar tanto y tanto en comprar comida selecta; veo las cigalas y las angulas, el foie y las ostras, el champagne y los vinos a 25€ la botella, los menús para esta noche a 60€ por barba y que no queda ninguna plaza libre… Pero yo también voy a participar de la fiesta, yo también quiero sumarme al jolgorio, a la brillantez de esta vida, no quiero convertirme en la “rarita” que se queda en casa como si no pasara nada viendo la tamborrada en la tele y con una tortilla de patatas en el plato. No me queda otro remedio que ser como todos los demás, bailar al mismo ritmo, jugar con las mismas cartas e ir a donde van todos porque si no lo hago me quedaré sola en mi casa con mis principios y como decía el gran filósofo, “si no le gustan mis principios, no se preocupe, tengo otros”, así que sacaré mis “otros” a pasear esta noche y mañana para disfrutar. Por lo menos he reflexionado un poco aunque no me sirva más que para fustigarme media hora.

En fin.

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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