¿Qué saben de nosotros los demás? | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Qué saben de nosotros los demás?

 

Todos hemos conocido a alguien que no dice ni mu de su propia vida; ese compañero de trabajo que no sabes si tiene novia o novio porque los lunes se encoge de hombros mientras los demás cuentan cómo han pasado el fin de semana. También está la vecina que entra y sale, sube y baja y tan sólo da los buenos días; un buen día notas que no oyes su televisión y te alegras del silencio nocturno para sentirte fatal cuando te enteras de que es que falleció, sí, tenía cáncer desde hacía meses.

En el otro extremo están los pelmas que le cuentan su vida a todo quisque, esos que es mejor no preguntarles “¿qué tal va todo?” porque es que te cuentan no únicamente su vida sino la de su cónyuge, las vicisitudes de sus hijos y los logros de sus nietos amen de la lista exhaustiva de sus dolencias, achaques y “goteras”. Es esa gente de la que sabes la pensión que tienen, dónde hacen la compra, cuántos días van de vacaciones y lo que comen cuando van de vacaciones, los programas de televisión que les abducen y los que odian y hasta a quien han votado y porqué.

Entre unos y otros estamos todos comprendidos y no podemos escaparnos de una u otra etiqueta. Bien es cierto que hay quien cuenta lo justo a las personas que considera conveniente –sobre todo familia y amigos cercanos- y que se consideran a sí mismos como “normales” en las cosas del compartir.

Luego estamos los “anormales”, los que tienen un blog o un perfil en Facebook o en alguna red social que esté de moda.

Veo lo que hacen los demás y me sirve de “vara de medir” para lo que hago yo misma, en estas cosas del exhibicionismo internauta. La verdad es que, la mayoría de las veces, siento vergüenza ajena de la ausencia casi total de pudor que esgrime el personal. Y cuando digo pudor es una apreciación personal porque la gente no cuenta sus penas sino sus alegrías, los viajes, las comidas ricas y los amigos tan guapos que tiene y supongo que se guarda las cuitas y penas para lo más íntimo de su reducto vital: la puerta cerrada de la cocina de su casa.

Y como en esto del morbo y el cotilleo somos en este país lo más de lo más nunca faltan lectores o “amigos” que le dan al “me gusta” cuando pones la foto de tu nieta o la puesta de sol en Torrevieja con un mojito de garrafón en la mano.

De los demás… no sé nada o casi nada. Porque no me creo las apariencias, ni doy crédito a las sonrisas impostadas para las fotos; no sé nada más que lo que quieran dejarme ver de su “interior”, ése que no sale en un post de un blog ni en las fotos de Instagram. ¡Qué fácil es juzgar a alguien y tildarle de esto o de lo otro simplemente por lo que “aparenta”! Además de un ejercicio inane y poco edificante no nos lleva a aprender nada ni a evolucionar una pizca; tan sólo nos deja en la superficie de las cosas, en la crítica porque sí y poco más.

De mi persona parece que se puede saber bastante porque soy comunicativa y, sobre todo, porque comparto experiencias para sentir que puedo ayudar a alguien contándolas y porque sé que me ayudo a mí misma al hacerlo. Vivimos en comunidad, somos “bichos” sociales aunque no queramos admitirlo en muchas ocasiones y lo que nos pasa a unos casi siempre es algo que también le ha pasado al de al lado (o que le pasará algún día).

La tristeza y las penas; la inseguridad y las dudas; el miedo, los miedos; los anhelos secretos y los deseos inconfesables. La rabia soterrada y algún que otro rencorcillo. Todo, absolutamente todo lo que sentimos es común al ser humano… lo contemos o no lo contemos a los demás. Nadie se libra de la vulgar condición humana. Hoy, por ejemplo, tengo un día “rematado” después de varias semanas de zarpazos vitales. Pero no me lo va a notar nadie si no lo cuento, más que nada porque mi propia familia no lee este blog, así que me haré la “auto-terapia” e intentaré comprender los porqués que me resultan incomprensibles.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


enero 2016
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031