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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Qué hacer con las faltas de respeto?

 

Dicen –y no les falta razón- que “donde hay confianza da asco”, entendiendo por esto que allí donde los defectos quedan en evidencia, unos habrá que los hagan notar con cuidado o delicadeza y otros, los de la confianza, los arrojarán a la cara del prójimo envueltos con salivazos.

De eso quiero hablar: de las formas. En mi opinión van unidas a dos factores importantes; por un lado la educación recibida y por el otro el grado de agresividad o energía negativa que uno saque a pasear en el momento de expresar lo que siente.

No es lo mismo que alguien nos diga: -“Siento si te molesto, pero con tu actitud en este determinado asunto, me has producido un malestar muy fuerte que tengo que hacerte notar”, a que se le hinche la vena al agraviado y diga: -“Eres una persona insoportable que siempre me haces sentir mal”. Y si además lo dice levantando el tono de voz, incluso gritando y mirando con ojos de querer arrancarte el maquillaje a mordiscos pues…mal vamos, mal vamos.

A mí me han perdido el respeto en bastantes ocasiones porque no es potestad mía controlar los nervios de los demás cuando los pierden. Casi siempre han sido personas a las que no les caía bien por diversos motivos (lo cual me parece muy lógico, ni espero caer bien a todos ni cualquiera me cae bien a mí) y que se han permitido decírmelo a la cara en forma de reproche y con malas maneras. Esas “malas maneras” son las que me han afectado realmente, mucho más que la crítica en sí que, por otra parte, es algo que necesitamos, -que nos critiquen- porque si no, no aprenderíamos mucho en esta vida. Pero las formas son las formas y el debido respeto es el debido respeto.

Dentro del seno de la familia es donde más se producen estas situaciones y donde es más difícil darles solución, bien porque haya posiciones enconadas y enfrentadas desde el comienzo de los siglos, bien porque “ya nos conocemos” y sabemos que es muy difícil limar asperezas viejas o atemperar rencores enquistados.

¿Qué hacer entonces cuando alguien de nuestro entorno cercano nos falta al respeto?

Lo primero de todo es hacérselo ver manteniendo la calma y sobre todo no desenvainar el hacha de guerra por más que esa persona esté atacándonos con la suya. Si persiste en su actitud, mal que nos pese, habrá que realizar una digna retirada sin ponernos a la misma altura del “faltón”. Luego, con la media hora de seguridad en la mano, reflexionar sobre si la situación tiene arreglo o si, otra opción, vale la pena arreglarla. Porque en no pocas ocasiones la buena voluntad de tender puentes produce un desgaste emocional tan elevado que se impone preguntarse si realmente vale la pena o es mejor dejarlo correr, que cada uno siga su camino y que, sea tu madre, tu padre, tu hermano, tu hijo o tu nuera, con personas que tienen por costumbre faltar al respeto a los demás con malas formas en su discurso, es muy poco probable que se pueda llegar a un entente amigable o amistoso.

Duele cortar lazos y más si son familiares, pero la salud emocional personal está por encima de todo ya que si nosotros no estamos bien en nuestra propia piel malamente podremos sentir algo parecido a la paz interior o a eso que se da en llamar felicidad.

Cuando alguien me falta al respeto procuro retirarme lo más cautamente posible del ámbito de acción de esa persona. Si no puedo hacerlo –porque es una relación de interés laboral- procuraré cruzarme lo menos posible en su camino. Y si es una persona a la que me unen lazos de cariño le expreso cómo me ha hecho sentir y le ruego que no vuelva a faltarme al respeto si quiere que sigamos manteniendo relación cariñosa. En cualquier caso, si se me niega el respeto que merezco como todo ser humano, adiós muy buenas…caiga quien caiga.

De ahí vienen mis dos divorcios, la ruptura con parte de mi familia de sangre y ciertas amistades que he dejado atrás en mi vida. De igual manera, algunas personas me “han dejado caer” de sus vidas por no resultarles yo adecuada o aceptable para sus fines o deseos.

Elegir con inteligencia y amor a las personas que queremos formen parte de nuestra vida es tarea imprescindible hacerla bien.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

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Fotografía sacada de Internet.

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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