Casi todas las mujeres que conozco y rondan mi edad están o han estado recientemente a dieta. Es esta una palabra que alude a un concepto de equivocada interpretación porque decimos “estar a dieta” cuando deberíamos decir llevar un “régimen de adelgazamiento”; pero bueno, tanto da, ya nos entendemos.
El caso es que –en un arranque de generosidad- voy a compartir la “dieta personalizada” que me he fabricado para recuperar la parte de salud y lozanía que se me ha ido escapando con el paso de los lustros. Es una dieta que señala lo que NO hace bien y lo rechaza sin paliativos; el resto, por eliminación, será lo beneficioso. Ya sé que lo que es bueno para uno no tiene por qué ser necesariamente bueno para los demás, pero nunca se sabe, a fin de cuentas todos pertenecemos a la tribu humana y vivimos en madrigueras parecidas.
Aquí va mi lista de “alimentos” prohibidos o a erradicar o lo que engorda el ego y es superfluo:
– Vanidad
– Soberbia
– Egocentrismo
Estos tres “alimentos” –tan presentes en la “dieta mediterránea”- van diluyéndose en el cerebro humano hasta provocar reacciones irreversibles de “ombliguitis aguda”, esa enfermedad que hace creer al enfermo que el mundo, la vida y sus gentes giran alrededor de su propio ombligo. No es que sea incurable, pero destroza bastante.
Lo que consume y pudre el espíritu –y algo más:
– Rabia
– Rencor
– Resentimiento
– Reproches
– Rechazo
Estos sentimientos negativos, presentes en la ingesta cotidiana de forma educacional o hereditaria, aunque socialmente permitidos, pueden ser el origen de muchísimos quistes, tumores y “bultos diversos” donde se almacenan todos juntos, como amiguetes, creando una carga de “detritus emocional” que por algún lado tiene que explotar… y explota.
Prefiero no ser maniática con la selección de mi dieta alimenticia y dejar abierta la puerta a casi todo sin hacer ascos de niña mimada a algunas comidas que para sí las quisieran los que tienen menos que nosotros. Pero pudiendo elegir no voy a ser tan necia como para meter en mi carrito de la compra lo que sé que me va a hacer daño -porque ya viene dañado de fábrica- aunque entienda y disculpe a quienes se han vuelto adictos a ciertas sustancias –emocionales o de las otras- y cada día, con crueldad insistente y ceguera intelectual, siguen dándole a su cuerpo y a su espíritu de comer aquello que más daño les hace.
A veces nos asaltan dudas sobre el significado de la vida o acerca del camino a elegir para que nuestros pasos sean tranquilos, efectivos y seguros de dar con la meta que se nos antoja la mejor. Pero no solemos tener dudas acerca de lo que no queremos, de lo que intuimos que nos va a resultar pernicioso. Aseveramos: “No sé muy bien qué quiero, pero tengo claro lo que NO quiero”.
Pues teniendo claro lo que vamos a rechazar si hablamos de “sustancias emocionales tóxicas” podemos conformar una dieta personalizada beneficiosa y efectiva a más no poder. No es tan difícil diseñarla. Seguirla a rajatabla y con disciplina, eso ya será otro cantar…
En fin.
LaAlquimista
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(Fotografía sacada de Internet)