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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Todos somos buenos por Navidad?

Que sí, que ya sé que son fechas propicias para rascarse un poco el corazoncito –además del bolsillo- y que quien más quien menos saca a pasear un rato al pepito grillo que dicen que todos llevamos dentro.

Yo siempre me lo he creído, eso de que por Navidad se atenúan las ideas atravesadas y maldades en general, pero lo de las treguas en la guerra por Nochebuena era cosa de los chistes de Gila y de la Primera Guerra Mundial en 1914. Ya no hay quien deponga las armas –del tipo que sean- porque estemos en “fechas entrañables”.

Sin embargo, como si fuera un insulto a la inteligencia, la actualidad mundial nos ofrece cada día, veinticuatro horas al día, la más flagrante de las contradicciones. Basta con mirar de soslayo los titulares de los medios, es un puro ejercicio de masoquismo leer, escuchar o visualizar lo que cuentan.

Como contrapunto buenista y sin más fundamento que la necesidad de vendernos algo, (siempre hay una intención espuria en estas cosas) nos ametrallan con mensajes de amor y paz, como si fuera una mercancía que se puede comprar on-line y te la dejan en la puerta del vecino si tú no estás en casa cuando llega el mensajero.

Supongo que de eso –de la contradicción del “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”- nos damos cuenta todos. Porque hay que ser poco avispado para no percibirlo, hay que estar muy despistado o viviendo en un mundo piruleta para que no nos chirríe el dichoso “pepito grillo”.

Los políticos o andan como pollos sin cabeza o dándose dentelladas, los megaempresarios no tienen ojos más que para su cuenta de resultados, los banqueros se frotan las manos con crisis o sin ella porque nunca les ha afectado. Los chamanes de por aquí –léase funcionarios de la iglesia oficial- se suben al púlpito real o virtual y tiran los balones fuera en su “mundial” particular.

Los niños quieren regalos, muchos a ser posible, porque los ven anunciados en la televisión. Los padres de esos niños son conscientes de que les maleducan y, sin embargo, a pesar de todo, miran hacia otro lado, queriendo ser “buenos padres”. Los jóvenes quieren también tener de todo y de marca y si no se lo pueden sacar a sus “buenos padres” ya se buscan la vida para conseguirlo; ellos también necesitan estar en paz consigo mismos. Y así, vamos subiendo, de hijos a padres y de padres a abuelos, en una carrera obligadamente desenfrenada en la que –a ver quién lo puede refutar- eres “más bueno” cuanto mejores son los regalos que haces a los tuyos.

Pero “ser bueno”… no es eso, ni de lejos. Ser buena persona es cultivar las cualidades humanas positivas: honestidad, sensibilidad, empatía, sencillez, humildad…y no sigo porque hay algunas en las que “no llego a la nota”. Son buenas fechas para mirarnos hacia adentro y, con inusitada sinceridad, hacer un pequeño examen de conciencia y, por qué no, aflojar en lo que somos inflexibles y tensar la cuerda donde sabemos que nos están tomando el pelo.

Ya es día 23 de Diciembre: ya está echando humo el móvil con mensajitos de paz y amor…. ¡Qué ingenuos podemos llegar a ser en estas fechas del año!

Felices los felices. Siempre, diga lo que diga el calendario.

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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