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Cecilia Casado

A partir de los 50

Los tambores y barriles también envejecen

El 20 de Enero se celebra el día del patrón de la ciudad, San Sebastián, y es tradición celebrar un remedo de desfile militar con miles de niños aporreando tambores y barriles como reconstrucción de una pequeña parte de la historia guerrera de la ciudad. Historia de la Tamborrada de San Sebastián.

Pero lo real es que son veinticuatro horas ininterrumpidas de ruido con algo de música y mucho más empeño que acierto ya que, por lo menos en las tamborradas nocturnas de adultos, hay que echar mano de “ayuda” líquida de mayor o menor graduación para poder aguantar el ritmo –y perderlo demasiadas veces- gracias al frío –y tantas veces la lluvia- habitual en estas fechas.

Como no solo se van a divertir los mayores, en la hora del mediodía, la ciudad es tomada al asalto por miles de niñas y niños que imitan con más pena que gloria a sus mayores; a pesar de haber ensayado durante semanas las piezas musicales del maestro Sarriegui y otros más, no son capaces de seguir el ritmo de la música que se desparrama por los altavoces colocados durante el recorrido.

A eso de las tres de la tarde, todos a comer en familia, después de hacer cientos de fotos y conseguir rebajar varios puntos la emoción de la “chavalada” que ha conseguido su primer hito de la infancia donostiarra: salir en la tamborrada. Donostia.eus – [Noticia] Más de 5.000 niñas y niños darán color al día de San Sebastián

Desde que tengo memoria he vivido la tamborrada “desde la acera”, es decir, mirando a los participantes que –vanidosos ellos- necesitan como el aire que “se les vaya a ver desfilar”, da igual que sean tiernos infantes que tiernos abueletes. Cuando fui niña no podía participar por decreto ley de las costumbres machistas; cuando fui joven prefería dar saltos a mi bola y disfrutar la noche como estaba mandado: de bar en bar o de sociedad en sociedad, para llegar al día siguiente bastante perjudicada a la comida familiar de angulas y cordero.

Cuando les tocó el turno a “mis niñas” tuve que preparar uniformes, atemperar nervios, soportar ensayos cacofónicos y caminar por las calles siguiendo vigilante a mis cachorras –siempre con frío- hasta que se terminaba el último redoble de tambor o barril. Luego, ya en casa, también me tocaba darles de comer con más o menos gloria. Fueron tiempos de poca juerga en primera persona hasta que ellas crecieron y se montaron la juerga por su cuenta, siendo mi único cometido conseguir que al día siguiente aparecieran por el comedor familiar con el menor aspecto de zombis posible.

Pasa el tiempo, pasan los años, ya nos han hecho abuelas o así, el Estado ha prescindido de nosotros mandándonos a la cuneta que hay que desbrozar y lo de la Tamborrada pues como que se nos “hace bola”.

Ya no me quedan amigas con las que celebrar la fiesta porque no soportan el ruido y el frío nocturno y prefieren ver la fiesta en la tele. Mis hijas viven en lugares donde hay otras fiestas ruidosas y no sienten nostalgia de nada ni echan en falta a nadie. Viven, como yo misma, el propio momento presente y ni siquiera contestan si les mando por whatsapp un video de la Marcha de San Sebastián cantada por el Orfeón Donostiarra.

Así que hay que echar mano de Epícteto y su “Manual de vida” otra vez porque “hay cosas que dependen de nosotros y otras que no y más vale aceptar con inteligencia lo que no nos es posible ni cambiar ni controlar.”

Y así cerramos el círculo. La víspera de San Sebastián a cenar ligero, acostarse prontito y al día siguiente, con la luz del sol, salir a ver la felicidad de los tiernos infantes que comienzan –ellos sí- a disfrutar de “la fiesta de la vida”. Hemos vuelto a la casilla de salida…y contentos los que todavía podemos contarlo.

Felices los felices, feliz fiesta y Aupa Donostia.

Marcha de San Sebastián. 20 Enero 2020

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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