Tengo un asador de resistencias “Jata” que compré justo después de casarme (por primera vez)… y sigue funcionando como pensó el fundador de la marca, Jacinto Alcorta, de Abadiño, en 1943. Increíble, pero cierto.

Como disfruto del amoroso reencuentro con mi familia “yucateca”, atendiendo a la petición –de rodillas- de mi hija mayor, compré txuletas de las de verdad. Con la primera no hubo ningún problema, pero la segunda era más gruesa, tenía mucha grasa –como debe ser- y para cuando me di cuenta saltó una chispa azul de la resistencia al rojo vivo, cayó sobre la grasa desleída en agua de la bandeja inferior y surgió la primera llamarada.

Soy rápida y no entro en pánico más que cuando algunas personas me tocan el trigémino, así que punto nº1: desenchufé el trasto, nº2 eché un vaso de agua en la bandeja y punto nº3 y el definitivo, tapé todo el invento con la tapadera grande de las sartenes. Sin electricidad, con agua y sin aire, el fuego hizo “flusss” y se acabó el susto.

Mi hija abrió llegó como el rayo, abrió todas las ventanas de la casa para hacer corriente de aire y yo crucé los dedos para que ningún vecino llamara a los bomberos a la vista de la humareda negra que nos envolvió por unos minutos.

Nada del otro jueves, algo que le puede pasar a cualquiera…pero si te pasa con dos niños pequeños en el comedor se te ponen en la garganta (los ovarios, digo).

La sidra, muy fresquita, la carne un poco tiesa. La “Jata” a la basura. El extractor de humos y los aledaños, dos horas intentando limpiarlo. El susto, toda la noche me ha durado.

De ésta me hago vegetariana, lo juro.

Felices los felices.

LaAlquimista

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