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Cecilia Casado

A partir de los 50

La vida, sin más… y sin menos

Foto: Alejandro Ashley

Los viajes solitarios en coche me relajan mucho, principalmente porque no tengo que dar palique al copiloto y conduzco con mis pensamientos en segundo plano y al ritmo que me marca el gusto interior. Se me ocurren reflexiones mientras miro el paisaje y el pie descansa al lado del acelerador; es lo bueno de las autopistas, que  estresan muy poco y puedes poner el piloto automático si no tienes prisa por llegar. Aprovecho y escucho la radio, esa que no tiene anuncios y sí entrevistas con humanistas y luego pone música para digerir con gusto las parrafadas de personas sabias.

Hace poco tuve el placer de que me acompañara durante varios cientos de kilómetros el naturalista Joaquín Araujo. Su voz, como de locutor nocturno, me fue dando razones, una detrás de otra, para apartar a manotazos los últimos “problemas” suscitados por asuntos sin importancia que me han rondado últimamente. Para cuando llegué a destino ya había decidido “aparcar” ciertas contingencias por considerarlas fútiles. Joaquín Araújo Ponciano – Wikipedia, la enciclopedia libre

Me gusta la vida, me gusta vivirla, pero me desagrada profundamente la forma y manera en que está organizada la sociedad. Me chirrían diariamente con gran sobresalto la corrupción, la maldad, la violencia de todo tipo, la ignorancia supina y la mala praxis política. Me estremece que el rico explote al pobre en mi país y me estremece todavía más que mi país explote a otros países menos agraciados en el reparto de recursos. Me duele la opresión sobre el que no tiene fuerza ni dinero para alzar la voz, me fastidia la estulticia del que la alza porque se sabe protegido por el sistema, me desencaja el alma el abuso sexual sobre la infancia, esas niñas vendidas, esos niños mancillados en nombre de cualquier religión. Y las guerras, y la industria que las mantiene y las armas que vendemos con una mano mientras se firman tratados de paz con la otra.

¡Tantas cosas no me gustan de este mundo en el que me toca vivir! Pero soy consciente de que bien poco puedo hacer yo sola; las sociedades no las cambian actos aislados sino la voz y la acción unida de muchos individuos que porfían tras un bien común. Ya ocurrió en el siglo XVIII –la última revolución- y no se ha vuelto a repetir con éxito. La libertad existe según y cómo y con cuentagotas en ciertos lugares del mapa. La igualdad es una entelequia de la que se habla incluso oficialmente mientras que en la recocina se cuecen otras habas. Y la fraternidad, que no es sino solidaridad, apoyo mutuo, empatía y generosidad…mucho me temo que se ha quedado como “pariente pobre” del triunvirato reivindicativo.

Así que no queda sino vivir, sin más. Algunos lo harán desde el poder del momento presente, desde la conciencia del ahora (“El poder del ahora” Eckhart Tölle); otros desde la avaricia, la acumulación de dinero y propiedades y recuento minucioso de rentas e ingresos. “La avaricia nace del vacío existencial y la falta de sentido vital”, (George F. Lowenstein).

Otros viven sin pensar en cómo lo hacen porque la sociedad les marca el camino a seguir y no quieren llamar la atención ni tener problemas con el pastor del rebaño. Estos son la mayoría que tan sólo eleva la voz en la barra del bar ante los amigotes o en el sofá de su casa frente al televisor. Ahora, en Navidad, también lo hacen en las reuniones familiares.

Unos –nosotros- todavía podemos elegir cómo queremos vivir la vida. Otros –los que huyen- no buscan más que sobrevivir a cualquier precio. Entre unos y otros se instalan las LEYES diciendo lo que es moral y lo que no, lo que es delito y lo que prescribe o, como siempre, que ladrón no es el que roba sino al que le pillan y los fiscales no le perdonan.

“Miro con dos grandes gotas de agua. La misma en la que nadan mis ideas y emociones. Respiro bosques. Me atalantan los espacios abiertos tanto como las zambullidas en cualquier soledad.” (Joaquín Araujo)

Mi pequeña vida, mi pequeño mundo, los límites de la razón, el desahogo del pensamiento, la paz interior que necesita estar protegida de los vaivenes externos. Vivir en una casa pequeña por fuera y grande por dentro. Vivir y dejar vivir. Vivir, sin más.

Felices los felices.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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