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Cecilia Casado

A partir de los 50

Un sofá cubierto con una sábana

Las contradicciones del ser humano cada vez me resultan menos aceptables incluyendo las mías propias. Quizás sea cosa de la edad, eso de ir cumpliendo años, aprendiendo cosas sin remedio y que el pensamiento vaya desprendiéndose de malas costumbres, prejuicios absurdos y prácticas sin sentido.

Uno quiere vivir en un sitio agradable, con mucha luz y que entre el sol a raudales…¿ para luego cubrir los muebles con sábanas viejas o tener todo el día las persianas bajadas?. Se da prioridad a la conservación de maderas y tapicerías por encima de la fuente de vida que, en forma de rayos de sol, entra por los balcones abiertos.

Una casa oscura hace que las almas que la habitan se oscurezcan; no tienen otra posibilidad. Una casa luminosa ayuda a hacer la “fotosíntesis emocional”, expande el ánimo, alegra el tiempo, empuja a sonreir. Y no hablo de técnicas de Feng Shui sino de la pura lógica de que la luz es fuente de vida y la oscuridad la otra cara de la moneda.

¿Qué mueve a tantas personas –casi siempre mujeres que cuidan de su hogar con dedicación- a dejar de disfrutar de los dones de la naturaleza? ¿Es tan importante preservar el buen estado de la tapicería del sofá de la sala a cambio de no poder disfrutarlo debidamente? Porque las cosas están hechas para disponer de ellas, utilizarlas y sacarles provecho, exprimir el placer que llevan adherido…que para eso son cosas y nada más que cosas.

¡Qué malas costumbres nos han enseñado! ¡Qué poco disfrute de la vida nos han permitido!

Vivir plenamente, con total dedicación, apurando cada día el afán que trae, puede suponer comer las lentejas en esa vajilla de porcelana que tan sólo se usa una vez al año, cuando se reúne la familia (o cuando se reunía) y no en los platos viejos de la cocina, los “de diario” que están hechos una pena. Beber agua saludable en las copas de cristal que se guardan (o se exhiben a las visitas) en el aparador del “salón” en vez de en los vasos de vidrio rayado por años y años de estropajo. Y dormir en sábanas dulces en vez de guardarlas en el armario, envueltas en alcanfor, sábanas que no servirán ni para hacer de sudario, sábanas desperdiciadas, muertas en vida por falta de uso…

Vivir plenamente con los dones que nos han sido concedidos en vez de almacenarlos “para las ocasiones”, regalándonos sin medida y con generosidad cualquier día de labor, sin esperar a que haya algo que celebrar, haciendo que cada día nos dé de pleno la luz del sol, la fuerza de la vida, arrancándonos la sábana vieja con la que nos hemos cubierto alguna vez para no “ajarnos”…

Gastar la vida, apurarla en cada instante; salir a la calle, subir al monte, pisar la playa, abrazar un árbol, respirar aire puro, cantar sin miedo, dejar que el perro nos pasee, abrir las puertas a la gente, compartir el corazón, VIVIR.

Cada uno elige en libertad cómo quiere tener amueblada su casa interior.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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