Mi ángel de la guarda | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Mi ángel de la guarda

Ayer por la noche se desencadenó una de esas tormentas mediterráneas que dan pavor a los perros y, a algunos humanos –entre los que me encuentro- nos dan ganas de meternos debajo de la cama. Con la excusa de mi perrillo Elur, que temblaba como un poseso pidiendo que lo tomara en brazos, me acosté dejando la puerta de mi habitación abierta, como muda y entendible invitación a “acogerse a sagrado”. Fui consciente de que hacía un pequeño “sacrificio” por él puesto que Elur no ronca pero se mueve y anda por la casa durante la noche, no sé si por sonámbulo o por su condición de perro.

A las tres y media en punto de la madrugada un gran estruendo me despierta y el primer pensamiento se dirige hacia la posible caída de un rayo en la terraza. El siguiente segundo –ya a la escucha y alerta- me indica que la tormenta ha cesado y sintiendo a Elur inquieto a los pies de mi cama, me levanto para ver qué ha ocurrido, con la adrenalina a tope puesto que pensé que un intruso podía haber entrado en mi casa y haberse tropezado con la mesa de la sala llena de libros y ordenadores cuyo imaginario vuelco podía haber provocado el ruido abrupto que me había despertado.

Elur me guía inquieto hasta la cocina donde descubro, ¡por todos los demonios! que se ha cumplido la maldición de Asterix, es decir, “le ciel nous a tombé sur la tête” o lo que en roman paladino se traduce por, se ha derrumbado el falso techo de la cocina. Losetas de escayola –recién puestas- entramado metálico que las sostenía, cables y luces incluidos, aplastando en picado todo lo que ha encontrado debajo…¡excepto a una servidora y su perrillo!

Lo primero que he hecho ha sido dar gracias al Universo –ya que soy atea por firmes convicciones teológicas- por que la hecatombe doméstica haya tenido lugar de madrugada; quizás yo ya no estaría escribiendo este post, habida cuenta del peso específico de los materiales desprendidos. Nada de ponerme a jurar en arameo por el estropicio y previsibles incordios: me quedo sin cocina pero vivita y coleando. Además, hay un bar en la esquina de la calle…¡no todo está perdido!

Me gusta pensar –y a nadie hago daño- que tengo un “ángel de la guarda” que me protege, que me libra de “escapadas” y juega con las chiripas para que siga viviendo un poco más. Me gusta creer que ese especial ángel de la guarda es mi padre que, allá donde ande su energía dando vueltas, cuida de mí con tanto amor como lo hiciera en vida. Sí ya sé que es una pura contradicción con mi racionalismo de otros días, pero qué le vamos a hacer…

Mis hijas, en vez de hacer alharacas por el desaguisado, sonríen y se alegran por mí y me ayudan a convertir en positivo lo que aparentemente es negativo. La pequeña riza el rizo y añade: “Ama, ha sido el aitona (abuelo) que desde su estrellita cariñosa estuvo ayer sujetando el techo durante varias horas…”

Y yo, pues la verdad sea dicha, les creo a las dos y sigo pensando que soy una mujer afortunadísima… por todo lo bueno que me ocurre y todo lo malo que me pasa rozando.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


junio 2014
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30