Porqué somos las vascas unas bordes | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Porqué somos las vascas unas bordes

Intentar desmontar los topicazos es tarea de titanes; están muy arraigados en la sabiduría popular (que casi siempre está basada en la ignorancia individual) y aunque el porcentaje mayoritario de los catalanes no sean tacaños ni todos los vascos llevemos boina a rosca, el imaginario patrio se nutre de estos alimentos caducados más que nada porque “el cuerpo lo pide”.

Así la otra noche salí con una amiga del alma a celebrar cualquier cosa que se nos ocurrió. Después de la cenita rica en un sitio bonito hablando de lo divino y de lo humano, había que tomar un copazo para no volver demasiado pronto a casa; ya se sabe, luego hay que aguantar el consabido: “Uy, qué pronto has vuelto, ¿te aburrías o qué?”, así que nos fuimos a un pub de moda a libar con comedido desenfreno sendos gintonics de diseño. Sentarse a una mesa es error de principiantes, así que nos apalancamos en los taburetes de la barra, siguiendo la música con los pies y al personal con los ojos, porque lo que es hablar era desde todo punto imposible excepto por lenguaje de signos y no era nuestro fuerte.

Al poco rato se nos acercó una pareja de dos hombres que, como quien no quiere la cosa, nos sacaron la foto de arriba abajo y decidieron que valía la pena hacer el esfuerzo de intentar pegar la hebra con nosotras. Recordar viejos tiempos siempre es divertido, sobre todo con una copa en la mano y el ánimo jocundo, así que les recibimos con una amable sonrisa por aquello de no parecer que acabábamos de guardar las ovejas en el aprisco. El más lanzado –siempre hay uno que hace de ariete – tiró a puerta sin preámbulo alguno: “-¿Qué, sois de por aquí…?.

Servidora no es que sea el paradigma del savoir faire ni de las relaciones sociales, pero me he visto muchas pelis en las que el hombre, cuando quiere entrar a una chica, siempre le dice aquello de: “Hola, me llamo Martin (o Georges o Joe)” y ofrece la mano con una sonrisa o amaga un saludo cordial. Pero aquí no, aquí todo viene sin anestesia y, claro, si contestas –como lo hicimos, diciendo que no, que no éramos de por aquí sino de un poco más lejos- pues claro, luego resulta que somos unas bordes. Los tipos nos dirigieron la típica mirada apreciativa (que no nos apreciaba en absoluto) y se dieron media vuelta sin decir ni esta boca es mía, que total, para qué…

Mi amiga y yo soltamos la carcajada al unísono y cuando ya nos íbamos a lanzar juicios temerarios acerca de la poca gracia y salero que tiene el hombre de estas latitudes para ligar, se nos acercó un morenazo bien guapo y, mientras nos lanzaba su perfume varonil, mitad acqua brava mitad cerveza de barril y dirigiéndose exclusivamente a mi amiga (que obviamente es la guapa de la cuadrilla) le empezó a dar la vara en plan “adivina de dónde soy y lo contento que estoy de conocerte”. Mi amiga –educada en las monjas- le contestó que no sabía de dónde era pero que probablemente de muy lejos y me miró a mí como diciendo, mira, que aquí está mi amiga y no pensarás que voy a dejarla de lado para hablar contigo de geografía. Pero el tío como si nada, oyes, dando la brasa con requiebros pseudo etílicos y entonces yo, incómoda y violenta, le dije: “oye, perdona, pero ¿te parezco invisible?” y el tipo ni mirarme, certificando mi impresión de invisibilidad y requebrando a mi amiga ya lanzado en tromba y ante el desconcierto de ella y la incomodidad mía pues le metí el corte, en plan de oye, tío, que estamos aquí hablando las dos y nos estás dando la  brasa. ¡Pues ya está, ya somos otra vez las típicas vascas bordes que ponen mala cara a los hombres!

Que conste que mi amiga no dijo nada, fui yo la que me eché a la yugular porque todavía quedan demasiados hombres que se piensan que cuando hay dos mujeres solas ellos tienen derecho a “elegir” a la que más les agrada, entrar a por uvas y que la otra, se vaya al baño y luego a su casa dejándole el terreno expedito para sus patéticos avances de conquista.

Pues sí, es cierto, somos las vascas unas bordes de mil pares, pero siempre cuando se dan las mismas circunstancias: nocturnidad, alevosía y exceso de alcohol por parte del “conquistador” que a plena luz del día, solo y sin el amparo de la cuadrilla y con un agua de Vichy en la mano no se atreve ni a mirar de reojo al objeto de su inalcanzable deseo.

Luego me sentí un poco mal, pobre hombre, pensé, si él lo único que quería era un poco de conversación y fue sincero, ya dijo que era casado y con dos hijos, pero como su mujer estaba lejos pues…¡a ver qué iba a hacer él! Lo dicho: que unos cardan la lana y otras nos llevamos la fama.

En fin.

LaAlquimista**

La anterior fotografía que ilustraba el post fue un total error. Pensé que era un montaje de Internet y resulta

que correspondía a una persona real. Pido disculpas sinceras y prometo tener más cuidado en la elección de

las imágenes que ilustran mis post.

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


octubre 2015
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031