Hoy mi amiga Teresa cumple años y no sé qué regalarle. Aparentemente tiene de todo en el sentido occidental del término y, además, lo que se compra con dinero está al alcance de todos, tiene su valor también, pero no es el que me gustaría darle.
Somos amigas desde hace cuatro años y en todo ese tiempo lo único que he visto de ella ha sido su generosidad, entrega, alegría y amabilidad. Todavía no le he pillado “los defectillos” –que seguro que los tendrá-, pero me da lo mismo, de hecho prefiero que los tenga porque las personas perfectas no son de este mundo.
Ella vive en este mundo, con los pies en el suelo bien asentados y es muy consciente de su realidad, de sus posibilidades, incluso de sus limitaciones. Pero, curiosamente, su vida, su día a día, es como la niña del cuento que no mira más allá del perfume de las flores o el canto del pájaro, aun sabiendo que las flores se marchitan y el pájaro morirá con el frío del invierno. Es que…¡siempre está alegre! y yo sospechaba que tenía que haber gato encerrado, tanta alegría, esa disposición que tiene para ser el perejil de todas las salsas, organizar eventos, inventar regalos para las amigas, ser detallista sin esperar nada a cambio.
Y eso es lo que pasa, que a veces –pienso- que no somos con ella tan generosas como ella es, que nos hemos –me he- acostumbrado a contar con ella para todo, que no falle, que haga malabarismos con su tiempo y sus obligaciones para tomar una cerveza, dar un paseo, acompañarme a un concierto si se lo pido o a mirar el mar que eso también es una actividad que hacemos las amigas.
Porque hablando de amigas, obviamente, Teresa las tiene por racimos. Lo que siembres, recogerás…
No sé qué regalarle, sólo tengo palabras y abrazos, así que las junto en este post a vuelapluma para que sepa que la quiero, que le tengo presente en mi vida, que me ayuda observar cómo gestiona sus problemas, cómo comparte sus emociones, cuánto se entrega para lo poco que recibe (a veces) y recordarme a mí misma que en la amistad verdadera no hay nada de virtual, todo es mirarse a los ojos, reir al unísono, prestarse el pañuelo para llorar y beber de la misma copa cuando pintan bastos.
Como no sé si leerás mi blog, te lo mandaré por email, Teresa, aunque me montes la bronca por decir todas estas cosas en público, tú precisamente que eres discreta y no haces alharacas de tus éxitos, ni abrumas a los demás con tus penas.
Mucho amor para ti y, recuerda, en el día de hoy, tu cumpleaños, no olvides hacerte un buen regalo a ti misma… ¡Te lo mereces!
Tu amiga,
Cecilia
Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com