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Cecilia Casado

A partir de los 50

Crecimiento personal “El derecho a cambiar de opinión”

 

A la gente le da mucha rabia que se cambie de opinión, incluso hay veces en que se lo toman como algo personal, tal que si hubiera en algún lugar un documento firmado con la sangre propia en el que uno se comprometiera a seguir una línea recta vital sin desviarse de ella ni un milímetro. Sin embargo, en la pelea que mantenemos para seguir a flote a pesar de vientos, mareas y empujones diversos, creo que bien podríamos permitirnos ir rectificando el rumbo del timón según “las vamos viendo venir”. ¿Por qué no?

Hace poco, como consecuencia de que modifiqué un plan previsto con una amiga por darse la circunstancia de que mi estado de ánimo no era proclive al mismo, me tuve que tragar la frase siguiente: “Cambias más de opinión que de camisa”. Otro topicazo en mitad de la cara. Y me callé porque, como ya he dicho, mi estado de ánimo no estaba para ponerle farolillos y lo dejé correr y me fui con el enfado de mi amiga a cuestas a reflexionar sobre la actitud recriminada.

Revisando mi biografía constato que he cambiado de opinión en cosas muy importantes en varias ocasiones. Cambiar de opinión significa –y creo que es una generalidad en la que podemos incluirnos casi todos- que la perspectiva con la que enfocábamos una situación o a una persona ha variado sustancialmente. Ahí también entran a formar parte del equipo de juego los sentimientos, vaya que sí, y esta deriva es motivo contundente para empujarnos a cambiar de opinión.

Puede ocurrir que una persona nos pareciera “maravillosa” y luego se nos cayera el velo de los ojos: pues cambiamos de opinión sobre ella y cuando ya nos parece “vulgar y corriente” la desbancamos del top de nuestro ranking personal de admiración/amor/cariño o lo que sea.

Entonces nos llaman “veletas”, inestables o directamente nos miran con cara de reprocharnos algo malo.

¡Qué sería de nosotros si nuestras opiniones sobre la vida, las cosas, las personas fueran inamovibles! Probablemente seguiríamos anclados en una “edad de piedra mental” que poco beneficio  aportaría a la evolución de la sociedad. ¿Por qué no va a ser importante e incluso enriquecedor cambiar de opinión, ver nuevas perspectivas, descubrir senderos ocultos?

Tenemos todo el derecho del mundo a cambiar de opinión, a dejarnos sentir y escuchar el yo íntimo y profundo “que sabe” y manda mensajes claros e inconfundibles sobre los pasos a seguir para que fluyan las emociones, el sentir, la paz interior, para que el ánimo esté sereno en vez de apesadumbrado o en continuo conflicto con la propia identidad del ser.

Cambiar de opinión es también un ejercicio de libertad. Y es en este caso cuando más duros somos con nosotros mismos, exigiéndonos en demasiadas ocasiones, una especie de “compromiso inamovible” que, aun a sabiendas que no nos beneficia sino que nos aboca a la infelicidad, seguimos manteniendo por un prurito absurdo de orgullo. Como quien dice “yo, si hago una promesa la cumplo aunque me vaya la vida en ello”. Pues muy bien, allá usted y sus promesas, allá usted y su inflexibilidad mental y emocional. Allá usted si le sale un tumor por guardar tanta dureza en el alma o allá usted y cómo maneja su vida aunque la esté forrando de cemento en vez de con una maleable sustancia emocional.

De la misma manera, si somos capaces de aceptar un cambio de opinión personal, también estaremos preparados para asumir los cambios de opinión ajenos sobre nosotros, esos vaivenes que nos dejan atorados sin saber bien cómo reaccionar cuando son los demás quienes cambian de opinión y nos apartan de su camino, de sus planes, de sus intereses, de sus afectos.

Es justo y necesario comprenderlo…en los dos sentidos.

En fin.

LaAlquimista

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Por si alguien desea contactar:

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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