Cuando empecé a preparar este viaje me acordé irremediablemente de Dolores Redondo y su premio Planeta, “Todo esto te daré” Si no lo habéis leido os lo recomiendo.
Tenía especial ilusión en conocer esta zona, cómo trabajan la vendimia y tocar parte de Orense, que es la más olvidada de las Galicias. (Creo yo)
Pero antes de llegar a Galicia, hicimos parada en ese paisaje modificado por los romanos, llamado Las Médulas, en León. La parada y fonda la hicimos primeramente en Astorga, en los alrededores de la plaza de toros (N 42º 27′ 04” / W 06º 03′ 56”). Compramos cecina dimos una vuelta por la capital de la Maragateria y comprobamos que también han sucumbido a la peatonalización de las calles. La última vez que estuvimos en este pueblo éramos novios!!
Por la mañana pusimos rumbo a Las Médulas. El pueblo que las acoge tiene preparado un grandísimo parking que por 3€ dejas tu vehículo para pasar el día. No está permitida la pernocta.
Declarado Patrimonio de la Humanidad, realizamos la visita por las Médulas al atardecer, como nos gusta a nosotros. Creo que eran sobre las cinco, la guía que nos lo enseño era muy maja y disfrutamos muchísimos con sus explicaciones. Una vez terminada la visita oficial nos dijo que la mejor vista las Médulas era desde lo alto del mirador de Orellán. Se podía llegar andado por unos caminitos o por carretera. Él decidió ir andando menos de 3 km, y nos esperaba arriba mientras yo cogía la autocaravana y nos juntábamos arriba.
No indica nada al comienzo de la carretera que te lleva al mirador, y cuando llegas a una señal que te prohíbe el paso te quedas con cara de tonta y echando marcha atrás en un angosto lugar. Parece que fue el principio de nuestras malditas carreteras de este verano. Pero eso no nos iba a frenar. Después de montar un buen follón conseguimos dar la vuelta y volver a bajar por donde habíamos venido. Eso sí, nos queda pendiente volver para que podamos admirar las vistas desde el famoso mirador.
Para quitarnos el mal sabor de boca, cogí la guía de Nico y encontré un lugar que estaba segura nos encantaría. Sobre todo a nosotros. Dormir entre viñedos como ya habíamos hecho cuando dormimos entre olivos. La bodega Regina Viarium te da la posibilidad de aparcar tu casita con ruedas y disfrutar de algo único. Atardecer y amanecer entre
viñedos. Ver pasar mansamente el Sil abajo del cañón. Las brumas que envuelven las laderas de la montaña. Algo único que sólo podemos hacer los autocaravanistas. En esta bodega como mucha
s de la zona, se llama La Heroica porque su vendimia es muy complicada. Y aquí es donde se inspiró la Escritora para su libro. En bodegas que cultivan a pie de rio y que tienen que bajar las uvas a los barquitos en lugar de subir montaña arriba. EL espectáculo merece la pena. Nosotros hicimos la visita guiada y degustación de vinos, y nos mereció tanto la pena que nos quedamos dos noches. La idea era ver el amanecer pero había mucha niebla matutina así que seguimos durmiendo un ratito más.
De lo que más hay en esta zona, además de uva, son miradores. Hay uno por cada pico que sobresale por encima del Sil. Teníamos varios apuntados. Estuvimos en el Mirador de Souto Chao, Mirador del Duque, Balcones de Madrid y por supuesto desde abajo, en el embarcadero de Santo Estevo. No os voy a engañar, carreteras horrorosas, estrechas, mal señalizadas, y apenas cabíamos, menos mal que no pasó nadie, porque la odisea hubiera sido heroica, como la vendimia.
Se nos quedó por visitar el Mirador do Cabo do Mundo, el Mirador de Castro con sus pasarelas y el Columpio de Terra Brava. Lo dejaremos para cuando repitamos destino. Quizá con un coche más pequeñito.
Para rematar nuestro periplo por tierras gallegas decidimos darnos un homenaje nocturno. Un baño en las termas de Outariz en Orense a la luz de la luna. Aparcamos la autocaravana al otro lado del río y fuimos andando. Cruzamos junto a unas termas públicas que por el Covid estaban cerradas, aunque vimos gente bañandose en los alrededores directamente en el rio. EL agua sale a unos 60º.
Las termas están preparadas para que el circuito dure una hora y media aproximadamente, más que de sobra. Lo maravilloso del asunto es bañarte en aguas termales (y sulfatadas) hasta las doce de la noche. Apto para todos los públicos.
Al día siguiente cogimos las bicis y por el bidegorri llegamos al centro de Ourense, donde cogimos un mapa para descubrir los lugares más emblemáticos a través de la mirada de los niños. Dale un mapa al niño y te llevará al cielo. Por todo el caso histórico de Orense hay fuentes termales, y txokos bonitos que visitar. Me quedo con la plaza de los suaves.
Antes de despedirnos de tierras Galegas, hicimos un par de paradas más, en un área privada junto a una calita en la zona de Cangas do Morrazo. (N 42º 16′ 35” / W 08º 50′ 02”) zona muy recomendable para no hacer nada y luego descansar. El área está fenomenal con sus parcelitas de hierba, cerca de la playa (pedregosa) y en una zona rural rodeada de eucaliptos.
La última parada fue de nuevo de la mano de España Discovery, en Casal de Armán. Una preciosa finca con vistas a Vigo y donde también nos dejan pernoctar en su parking. Nos hubiera gustado comer en su restaurante porque tenía una pintaza, pero no había sitio.
La siguiente parte del viaje no merece tanto la pena contarlo, puesto que sobre todo estuvimos de camping en tierras gaditanas, pero sí que os recomiendo el hacer uso de las áreas privadas si queréis una bonita experiencia y si no queréis gastaros un duro, tirar de áreas públicas. Eso sí, en todas ellas, haced uso de nuestra APP favorita.
Ha sido otro verano duro con el tema covid, otro verano que se ha llenado el mundo de autocaravanistas de todo tipo. Esperemos volver a viajar como nunca muy pronto. Disfrutad del camino y… Bidai on izan!