Sigo con mucho interés el tema de los bañadores mágicos que ponen en bandeja récords del mundo a nadadores de nivel, pero que nunca hubiesen imaginado el poder superar al mismísimo Phelps. Es tremendo lo que viene ocurriendo en los últimos meses, con colofón en el mundial que se disputa en Roma.
La tecnología ha revolucionado ¿o matado? la natación. ¿Dónde colocar los límites? Es difícil establecerlo. Las empresas de bañadores han iniciado una carrera difícil de frenar. Es evidente que a la Federación internacional se le ha ido el tema de las manos.
Es una guerra de firmas comerciales que está adulterando las tablas de plusmarcas. ¿Es este un tipo de dopaje que en vez de tener al médico como punto clave es ahora el ingeniero?
Bonito debate. Y punto de arranque para conocer vuestras opiniones y reflexiones. Me interesa conocer lo que piensa, sobre esta situación, la gente que sigue el deporte.
Me supongo que a más de uno se le habrá encendido la bombillita y trasladando el superbañador a las zapatillas de atletismo, pensará que ya es hora de inventar las zapas voladoras. Al ritmo de lo que ha ocurrido en la natación, los 100 metros se correrían en 9.30, y en maratón bajar de las 2 horas ya no sería obstáculo.
Pero ojo, sólo lo podrían hacer los atletas que tuviesen contrato con la empresa deportiva que hubiese inventado el nuevo material megarápido. El resto, ajo y agua.
Ya existen tablas de récords… por modelos de bañadores. Así por ejemplo el Arena X-Gilde lleva 7 récords mundiales. El Jaked 01, lleva 5. El Adidas y el Speedo -el de Phelps- sólo 1. Por cierto, muy bueno el titular de la información de Ignacio Romo que leo en Público sobre la derrota del estadounidense en la final de 200 libre: “Phelps da la de ‘Arena’ “
Eso sí, espero que en calzarse las zapatillas voladoras no se emplee los 40 minutos que necesitan los nadadores para embutirse sus bañadores-flotadores.