El maratón de San Sebastián, que se disputa este domingo, ha quedado fuera del calendario nacional. La polémica por el pago de la Licencia de Día establecida por la Federación Española a todas las carreras populares, ha desembocado en la no aceptación de ese pago por parte de Gipuzkoa y como consecuencia la Española excluye del calendario la prueba.
No sé qué sucederá el año que viene, o el próximo mes, pero ya es una realidad que San Sebastián juega al margen de los grandes maratones españoles. Por ahora las carreras de Barcelona, Madrid, Valencia y Sevilla -éste con serias dudas- continúan en ese calendario. Sería conveniente que las organizaciones de maratones unieran fuerzas si quieren hacer valer sus derechos. Por lo que conozco, solo Valencia defiende sin fisuras la nueva norma. Existen otros intereses que conducen a esa postura valenciana.
Pero ¿y ahora qué?. San Sebastián ya no figura en el calendario nacional, tampoco en el Autonómico, por lo que la Federación Internacional no aceptará una marca hecha en Donostia que por ejemplo fuera mínima exigida para los Juegos Olímpicos o Mundial. Tampoco podrán competir atletas españoles becados ni atletas extranjeros de elite (pero ¿qué es elite?, ¿dónde está la línea entre la elite y lo popular?).
Eso sí, desde la Federación española, mediante email, ha avisado a la Federación Guipuzcoana que si compiten los corredores de Etiopía, primero y segundo en la Behobia, podría incumplir la normativa y podría ser sancionada con 24 meses de inhabilitación para organizar carreras del calendario nacional, caso del maratón o del cross de Lasarte.
La polémica y la pelea sigue. La prueba estará controlada por los jueces de la Federación Guipuzcoana. El recorrido está homologado. Confío que el control antidopaje no falle (hay premios en metálico).
Son demasiadas incógnitas a unas horas de la disputa del maratón. Son demasiadas conversaciones de despachos que ensombrecen la competición. Me parece que el órdago desde Madrid ofrece alguna mueca que no me gusta y hasta podría caer en una alegalidad respecto a la Ley Vasca del deporte y la competencia real sobre las carreras populares. Aquí todos juegan la partida pero me temo que alguno se está quedando sin cartas en la mano y ya pide una nueva baraja.